La emoción lo recubre todo Ramón Valle Muñoz
El libro Luis Barragán. Una pasión hecha arquitectura de Matiana González Silva se encuentra dividido en dos partes. La primera consta de cinco apartados en los que hace una semblanza general de la vida y obra del arquitecto Barragán. En la segunda se realiza una descripción de los elementos presentes en tres obras: La cuadra San Cristóbal, Convento de las Capuchinas Sacramentarias y Casa Luis Barragán.
Introducción
Matiana González hace en este primer apartado una semblanza de la persona y la obra de Luis Barragán, a quien describe como un “hombre intenso que creó para sí una nueva manera de percibir la vida y, en síntesis perfecta, formó de sus vivencias y de su alma esos mundos distintos que son sus obras”.
En este primer apartado la autora realiza además un breve recuento de los elementos arquitectónicos y el efecto que causan en aquellos que contemplan o habitan los espacios diseñados por él: “Con una aguda percepción de los estados de ánimo este arquitecto construyó complejos universos en que cada elemento está pensado en función de cómo lo percibe una persona viva y siempre en movimiento”. Es tal la admiración de Matiana González por la obra de Barragán que establece una confluencia de la obra arquitectónica con la creación literaria: “En sus obras de madurez se halla la convicción de que vale la pena construir elementos cuya única función es lograr que surja la poesía”.
Viajes e influencias
Merecedor del premio Pritzker en 1980, Luis Barragán manifestó siempre el carácter autobiográfico de sus obras, así que en este apartado se hace un recuento de los viajes que más influyeron en la formación y desarrollo de sus conceptos arquitectónicos.
En 1925 realiza un viaje que sería determinante en su aprendizaje. En Francia conoce a Ferdinand Bac,1 de quien retomó la idea de rescatar los elementos mediterráneos. Durante su recorrido por España admiró la arquitectura morisca y andaluza, de donde nacería su convicción de que la arquitectura debe permanecer “arraigada en la propia cultura y en un clima específico”.
Además de viajes a Europa, Nueva York, México y California, Barragán visitó el norte de África y en Marruecos reafirmó su convicción de la simbiosis entre las personas y arquitectura.
El comienzo
En las construcciones diseñadas por Luis Barragán entre 1927 y 1935, se encuentran los siguientes elementos formales:
- Utilización de materiales de las construcciones vernáculas de la sierra de Mazamitla.
- Referencias moriscas.
- Madera torneada de los barandales de escaleras.
- Arcos.
- Utilización de azulejos en los muros.
- Formación de huecos triangulares.
- Juego con los planos de la fachada.
- Las líneas se quebraron.
- Utilización del color como un añadido en la construcción.
- Ambientación de ensueño y un tanto irreal.
- Filtración de la luz a través de vidrios amarillos para lograr un efecto de mayor profundidad de los espacios.
- Muros chaparros como prolongación de paredes altas para conformar divisiones en el interior de las viviendas.
- Importancia a las escaleras, espacios amplios destinados a libros y aristas claras en los muros.
- Especial cuidado al diseño de los jardines y sitios abiertos, que introduce en la naturaleza una intención humana.
- Utilización de tejas en los techos, como acercamiento a una nueva arquitectura mexicana.
- Empleo de concreto aparente teñido.
- Grandes ventanales.
- Utilización de los preceptos de la arquitectura racional.
- Ventanas recortadas por la herrería.
- Construcciones ligeras.
La madurez
A partir de los 43 años Barragán: “[d]elineó entonces su propuesta más íntima: una arquitectura que está en el punto exacto de confluencia entre la más completa innovación y una larga tradición mexicana que halló en [su obra] la manera de seguir renovándose”.
La amistad con Jesús Reyes Ferreira2 y Mathias Goeritz3 resultó determinante en la conformación de su estilo, al compartir con ellos el gusto por los colores, la luz y los diseños limpios.
De esta época data su diseño del fraccionamiento Jardines del Pedregal de San Ángel, mismo que resultó innovador en el campo de la arquitectura de paisaje: diseñó las calles, la plaza de acceso y los jardines.
Su casa, construida en 1947, representa el establecimiento de un lenguaje personal, muestra, según la autora, “la concreción, por fin, de toda una vida en tensión interior”.
Matiana González analiza en este apartado los elementos arquitectónicos de la casa Luis Barragán, resaltando el ambiente y las emociones que proyecta la construcción: “Con ese aspecto oculto y atrayente que se desenvuelve conforme se recorren los espacios, y con la concepción, radicalmente nueva, de llevar la monumentalidad a una escala hogareña, la casa […] es un sitio que desprende pasión, en el más enigmático sentido de la palabra”.
El efecto sensacional que tiene la casa en aquellos que la admiran, Matiana González lo atribuye en gran parte al manejo del color, que en esta etapa ya es un factor clave.
En 1952 Barragán proyectaría una de sus obras maestras: el Convento de las Madres Capuchinas Sacramentarias: “Un espacio para alabar a Dios que es al mismo tiempo una melodía enraizada en la tierra. […] Una unidad sólida y compleja, que da al alma los más grandes deseos de acercarse a la divinidad y la estimula para que, en ningún momento, se olvide de los sentidos ni de la sensibilidad”.
El urbanista
Las obras de Barragán que destacan en el campo del diseño urbano y la arquitectura del paisaje son las Torres de Satélite, en coautoría con Mathias Goeritz en 1957, la fuente del Bebedero en Las Arboledas, la fuente del Campanario, el fraccionamiento Los Clubes, la fuente de Los Amantes y la Cuadra de San Cristóbal.
La última obra proyectada por Luis Barragán sería la casa Gilardi en 1976. Después enfermó y falleció en 1988.
A manera de conclusión, Matiana González define la arquitectura de Barragán de la siguiente manera: “Es la de un hombre enorme, que manteniéndose arraigado en la tierra contempló el cielo; y al mirar la distancia que lo separaba, erigió los muros, las rejas y estanques, para abrazar el aire y crear sus guaridas sin perder por ello inmensidad”.
En al segunda parte, “Tres obras”, la autora describe los elementos presentes en obras representativas del estilo de Barragán.
La cuadra San Cristóbal (1967)
Con la colaboración de Andrés Casillas, se proyecta en 1967 la obra que se considera paradigmática del diseño arquitectónico de paisaje. Los elementos destacados por la autora son los siguientes:
- Toma la aridez como materia prima, la tierra bruñida otorga fuerza al espacio.
- El suelo se convierte en grandes muros que se cierran sobre sí amarrando hacia el interior la tensión generada y tomando del suelo rosado sus colores.
- La grandeza proviene de la unidad.
- La disposición del estanque, de los muros, de las aberturas precisas y la sutil iluminación comprimen la complejidad de la vida.
- El agua es punto fundamental de referencia.
- La casa es la bisagra que comunica la cuadra con la calle.
- Ausencia de adorno.
- Construcción austera y elegante, árida es la palabra con la que la define Matiana González.
Convento de las Capuchinas Sacramentarias (1952)
Diseñada en su totalidad por Barragán, incluido el mobiliario y la indumentaria sacerdotal, la autora del libro le otorga un halo divino: “Un peregrino […] tendría problemas para saber si eso que hasta entonces ha llamado Dios no es, en la capilla, sino el espacio mismo. […] Un espacio que parece estar abstraído del tiempo y donde flotan juntos el misterio, la terrenalidad, la búsqueda de la grandeza y el anhelo de la inmortalidad”.
Los elementos destacados son los siguientes:
- Los muros dan calidez al aire.
- Juegos con la luz.
- La altura del techo y las proporciones acercan la capilla con la divinidad.
- Abandono de esquemas para crear un aire de misterio.
- Construcción unitaria concebida como un lugar en donde no obstante estar alejado del mundo se reciben los estímulos de la naturaleza a través de los vitrales y los contados espacios abiertos.
Casa Luis Barragán (1947)
Siguiendo la regla de que en las casas diseñadas por un arquitecto para sí, su creatividad no encuentra límites y por lo tanto se convierten en sus obras maestras, en esta obra Barragán alcanza el perfecto equilibrio entre “la composición visual determinada y el lugar como totalidad”.
- Los muros contienen las pasiones contrarias de su creador.
- Combinación de intimidad, soltura y espontaneidad.
- Cada espacio de la casa encuentra la correlación con el estado de ánimo que le corresponde.
- Integración con maestría de la casa con su entorno.
- Manejo envidiable de la luz, de lo cerrado con lo abierto, del jardín con la casa, de los espacios altos y las puertas bajas.
- Uso de la madera, los colores brillantes, límpido blanco, luz matizada, adornos y muebles para lograr la unidad sólida y congruente.
- La sorpresa como ingrediente para romper la seriedad y el sólido anclaje de la construcción.
- La geometría es maravillosa, llena de enigmas, ligeramente transfigurada.
Matiana González concibe, no solo la casa Luis Barragán, sino todas sus obras, de la siguiente manera: “Es de una riqueza inigualable: se vive, se siente, se mira y observa; se disfruta. […] La emoción lo recubre todo, el trasfondo de cada pared, de cada piso y cada ventana”.
El estudio se complementa con 29 fotografías, siendo una de ellas un retrato del arquitecto Barragán y el resto de las obras más destacadas del jalisciense. Otro complemento gráfico que se incluye es la reproducción de 4 plantas arquitectónicas correspondientes a la casa Luis Barragán, el Convento de las Capuchinas y de la Cuadra San Cristóbal.
Referencia
González Silva, Matiana (1998). Luis Barragán. Una pasión hecha arquitectura. México: CONACULTA (Círculo de Arte. Arquitectura).
Notas
1 En Francia encontró los escritos de Ferdinand Bac, un arquitecto del paisaje de origen francés, ilustrador e intelectual. Los libros ilustrados por Bac en el arte del paisaje, Le Colombier y The enchanted gardens sugerían que los jardines deberían ser lugares encantados para la meditación, con la capacidad de hechizar al espectador. Estas ideas fueron una gran influencia en el futuro de la carrera en el paisaje de Barragán, especialmente desde que fue capaz de relacionar el ambiente mediterráneo enmarcado en las ilustraciones de Bac al de su nativa Guadalajara con su clima similar. Cuando Barragán finalmente conoció a Bac y discutió de arquitectura con él, Bac le mostró “con la fuerza de una revelación” un nuevo y profundo entendimiento de los elementos básicos de construcción: vigas, tejas, arcos, y cómo los elementos naturales como rocas y piedras, el agua, y el horizonte jugaban un papel en el diseño. En “Arquitectura Contemporánea. Arquitectos mexicanos”. Luis Barragán. [en línea]. http://www.gratisweb.com/epimentel/Arquitectura/index.html.
2 Tapatío de nacimiento (1882), Chucho Reyes Ferrerira vive desde su primera infancia la experiencia cotidiana del arte, pues su padre es coleccionista y anticuario, afición/oficio que hereda el futuro pintor. Asimismo, toma clases de dibujo en el Liceo de Varones y entra como aprendiz en la Litografía e Imprenta de Loreto y Ancira. Hacia 1927 se traslada de manera definitiva a la Ciudad de México; pronto empieza a ejercer una especie de magisterio estético entre diversos grupos vinculados al arte. Promueve con otros espíritus afines —Montenegro, Covarrubias, etc.— la incorporación del arte popular a la alta cultura; él mismo logra una sabia síntesis en sus papeles de China pintados, donde los motivos predominantes son gallos, cirqueros, ángeles, calacas, caballitos, flores, Cristos. Parece brotar de una fuente primordial. En realidad Chucho Reyes conoce a fondo los lenguajes y las expresiones de la pintura universal, conocimiento que pone al servicio su sofisticada espontaneidad. Fallece en México en el año de 1977. “Arte. Pintores. Reyes”. Jesús Reyes Ferreira. [en línea]. http://mexico.udg.mx/arte/pintores/Reyes.html.
3 Mathias Goeritz (1915-1990), arquitecto, escultor, pintor, poeta e historiador del arte de origen alemán afincado en México, considerado como el impulsor de la “arquitectura emocional”, y uno de los protagonistas de la modernización de la plástica mexicana. A partir de la creación del Museo Experimental El Eco (México, DF, 1953) desarrolla lo que llama la “arquitectura emocional”, que se caracteriza por la utilización de un diseño limpio y la construcción de torres, en las que prima el sentido escultórico sobre el funcional (Torres sin función en la Ciudad Satélite de México, DF, 1957-1958). En los años que preceden a las olimpiadas y en colaboración con el arquitecto Luis Barragán, realiza una serie de ambientes luminosos con vitrales (catedrales de México, DF, y Cuernavaca, iglesias de San Lorenzo en México y de Santiago de Tlatelolco). De toda su obra arquitectónica quizás la más compleja e interesante, como califica el propio artista, sea El laberinto (1980, Centro Comunitario Alejandro y Lily Saltiel de Jerusalén), edificio carente de ventanas, de gran fortaleza y cuya luz se introduce a través de amplias terrazas. Si en pintura está influenciado por el expresionismo alemán, en escultura y arquitectura desarrolla un estilo marcado por la pureza de diseño y la integración plástica espacial, como medio de elevar el nivel espiritual de la sociedad. Murió en 1990 en la ciudad de México.