Hay ideas que rondan la cabeza, pero por más vueltas que se les da, no se encuentra el medio de aterrizarlas. ¿De qué manera podemos, por ejemplo, subrayar la actualidad de la literatura? Para responder, el problema no es la falta de ejemplo, sino la abundancia. Y bien dicen que, cuando uno menos se lo espera, salta la liebre. Pero antes de presentar mi ejemplo, acompáñeme a pensar sobre las siguientes cuestiones: ¿Qué pasa en el asunto de la seguridad? ¿Qué podemos decir de nuestras profesionales y competentes policías? ¿Alguien puede narrar alguna experiencia de arbitrariedad, abuso o maltrato policial? Bueno, que entre actualidad y seguridad, leía el tomo XXIII de las Obras de Alfonso Reyes, publicado por el Fondo de Cultura Económica, y me encontré una fabulita que quizá algún malpensado lector podría trasladar a los padecimientos de nuestros días. El texto está fechado en 1953. (Y quién lo diría, Alfonso Reyes, tan serio, tan sesudo, tan dado a las reflexiones harto eruditas, hablando de erotismo y diciendo —bueno, escribiendo— palabrotas. Si estuviera en el Face pondría “me gusta”.)
—¿Adónde con tanta prisa, hermano chango? ¿Por qué corres así?
—Voy a esconderme, hermano tejón.
—¿Por qué?
—El Rey de la Selva acaba de ordenar que maten a todos los elefantes.
—Sí, ¡pero tú eres mono y no elefante!
—Cierto, pero, mientras lo averiguan, me chingan.
(Y siguió corriendo.)