Andrea se pierde en matices bellos
nacientes de la piel en su cabeza
decapitando puntas con orzuela
y pájaros azules en el cuello.
Azul Darío tiene en el cabello
nidos de aves esconde tras la oreja
de vellos celestes hechos madeja
yertos de tintes color y destello.
Andrea cierra los ojos, los abre
nichos de luciérnagas que se escapan
dibujando los mapas de un enjambre.
Ríe un efluvio de estelas que escapan
encendidas bañándole el pecho
agitado por telas que lo empapan.