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La Cofradía de la Limpia Concepción

Laura Cristina Jiménez Estrada

lauracristy23@hotmail.com


Tras la llegada de los franciscanos a fundar el Convento de Teocuitatlán en el año de 1597, y seguir el adoctrinamiento de los indios, era necesario presentarles una imagen a la que veneraran para que llegara a ser amada por parte de los nativos del pueblo.

Para alcanzar su objetivo fundaron las cofradías, las cuales “eran una junta, hermandad o sociedad cristiana de varias personas que, no viviendo en comunidad ni obligándose por algunos votos o juramentos, se unen en común consentimiento para emplearse en algunas obras de piedad y practicar ciertos ejercicios espirituales con la aprobación de los legítimos superiores, en este caso la iglesia”.1

En la mayoría de los pueblos, las imágenes que comenzaron a venerar los indios fue la de la Limpia Concepción, y en Teocuitatlán no fue la excepción. En un principio, tras la llegada de los españoles por estas tierras, sólo podían asentarse en un lugar donde estuvieran apartados de los indios, pues no podían mezclarse con ellos.

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Imágenes de Teocuitatlán. Fotografías de Armando Parvool

Es por esto que, alrededor del pueblo de Teocuitatlán, hubo varias haciendas; las más antiguas fueron la de Toluquilla, la de San José de Gracia y la de Citala, donde vivieron los españoles. El objetivo, claro, era que los indios permanecieran en sus pueblos, además de fomentar el culto a una imagen, con el fin de mantener su integración y, poco a poco, convertirlos a la religión católica.

El 5 de agosto de 1649, el obispo Juan Ruiz de Colmenero otorgó licencia para pedir limosna y hacerse de bienes y formar esta asociación llamada la Cofradía y Hospital de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del pueblo de Teocuitatlán.

A partir de entonces inicia la sociedad, y con los bienes recolectados de las limosnas se compraron animales, tales como ganado vacuno, ovejas, caballos, burros, etc. Los mismos bienes estarían administrados por un mayordomo, y al pasar el tiempo, él vendería algunos de ellos para celebrar cada año la fiesta del santo, durante la cual se realizaba una procesión por el pueblo con la imagen y una misa cantada. En 1689 se pagaban cuatro pesos al convento de Teocuitatlán, administrado por religiosos franciscanos, quienes estuvieron en el pueblo de 1597 a 1755. Ese año el curato de Teocuitatlán se convierte en parroquia y comienza a ser administrada por sacerdotes del clero secular.

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El administrador o mayordomo se encargaba de alimentar y resguardar los animales en un potrero donde pudieran pastar, y a ese lugar lo llamaban la Cofradía; asimismo, era el responsable del hospital, una pequeña casa con dos cuartos, uno para hombres y otro para mujeres, donde se debía de atender a los viandantes que pasaran por el pueblo. Este hospital, entonces, era un espacio acondicionado para el descanso de quienes así lo necesitaran.

Cada año, el mayordomo estaba obligado a entregar un reporte, a los religiosos o a los curas, de los bienes de la Cofradía, tanto de lo que tenía como de lo que se había vendido para la celebración de la fiesta. Asimismo, cada vez que el obispo realizaba la Santa Visita, se le entregaba un reporte.

El 10 de enero de 1698 el obispo fray Felipe Galindo realizó una de las primeras visitas, recibiendo el reporte de que la Cofradía de la Limpia Concepción contaba con 536 cabezas de ganado mayor (vacas), 85 yeguas en cinco manadas, 14 potros, 20 potrancas, 84 ovejas y 30 corderos.

La siguiente visita pastoral está registrada el 5 de diciembre de 1707, a cargo del obispo Diego Camacho y Ávila. La revisión de los cuadernos de las cuentas de la Cofradía arrojó los siguientes datos: ganado mayor, arriba de 605 cabezas; menor, 345 de caballada, con 2 yeguas rejegas; 206 de muletos, macho y hembra; mulas mansas, 9; potrancas y potranquillos, 77; caballos mansos, 57.

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El 21 de enero de 1731 se dio la siguiente visita, realizada por el obispo Nicolás Carlos de Mimbela, quien ordenó lo siguiente: “A los beandantes que llegaran al hospital se les permita permanecer por espacio de veinte y cuatro horas; que se atienda a la curación de los enfermos en el dicho hospital, y que se pusiera una cama más, pues sólo había una. Que a los que tenían la Cofradía, también les tocaba comprar la cera para la celebración de la Concepción”. Para este año la Cofradía contaba con 287 cabezas de ganado vacuno, 122 yeguas rejegas, 4 muletos de herradero (mulas), 14 potros, un burro manadero, 51 caballos mansos y 194 cabezas de ganado menor (ovejas).

El 1 de julio de 1757 el obispo fray Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada realizó su visita al pueblo, recibiendo el informe de que la Cofradía ya contaba con 1,128 reses de hierro arriba, 75 yeguas rejegas, 2 muletos, 23 caballos mansos y 2 mulas mansas. Para este año, la parroquia de San Miguel de Teocuitatlán ya era administrada por curas seculares.

Diez años más tarde, el 9 de febrero de 1767, el juez visitador, doctor Mateo Joseph de Arteaga, realizó la siguiente visita a Zacoalco, a donde acudió el cura Juan Palomera, el segundo cura secular de Teocuitatlán, a mostrarle los libros de la administración de la parroquia. Reportó que la cofradía ya contaba con 376 reses de hierro arriba (herradas), 102 becerros de herradero, 13 yuntas de bueyes, algunas yeguas, burros, caballos y mulas.

En esta misma visita, por mandato del obispo Diego Rodríguez Rivas de Velasco, se estableció que “le concedía a dicho cura, que de la Cofradía, saque 10 novillos, y los venda, y con su importe haga la Noria que pretende, para que tenga el ganado de la Cofradía que beber, y así no transite tanta tierra para beberla, con lo que se espera el mayor aumento en dicha Cofradía”.

Esta información establece la fecha aproximada de la veneración a la Purísima Concepción, que en ese momento era llamada la Limpia Concepción, con la cual se trataba de insertar a los indios en la religión católica.

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Otro dato importante que se debe considerar es que la Cofradía, de acuerdo con la administración que se le diera, podía disponer de recursos para la celebración de la fiesta de la venerada imagen, a la vez que, al paso del tiempo, los bienes se multiplicaban.

La noria que solicitaba el cura Juan Palomera ayudaría para que los animales se vieran beneficiados y que no transitaran distancias tan largas para beber agua, lo cual a su vez redundaba en que los bienes continuaran aumentando.

En este 2020 se sigue venerando la Purísima Concepción, celebración que se lleva a cabo durante los primeros ocho días de diciembre. Aunque ya no existen las cofradías, los habitantes de Teocuitatlán se siguen organizando para dicha festividad.

De igual manera, aún existen esos lugares llamados la Cofradía y la Noria, dato que nos permite rastrear su origen y su historia.2


Nota

1 Yáñez Rosales, Rosa (2002). Guerra espiritual y resistencia indígena. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.

2 Con información de documentos provenientes del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara.


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