¿Para qué filosofía? La filosofía es un eterno preguntar acerca del pensamiento, del conocimiento que se tiene del mundo, del hombre y de la naturaleza, pero sobre todo, de la relación que el hombre establece para actuar en esa constante necesidad de crear, de transformar las condiciones materiales y espirituales de la existencia. Se asegura que la filosofía no es un conocimiento, no es una ciencia, sino más bien una reflexión sobre los saberes disponibles. El filósofo cuestiona, reflexiona sobre el sentido que adquiere el pensamiento en una búsqueda del sentido de vivir. El hombre entonces tiene necesidad de la filosofía, piensa la vida y vive la necesidad de pensamiento.
La vida como ganancia y proyecto para la acumulación de bienes materiales no es el destino del hombre, todo fluye, las relaciones se agotan en un mundo donde nada permanece y donde la necesidad de sentido por vivir reaparece como sentimiento posmoderno. En el debate del pensamiento consigo mismo, nos encontramos con una visión idealista y mística del encuentro con el otro, cargado de subjetividad, pero con la angustia de encontrar en el otro la clave de la sobrevivencia de la especie humana; en forma un tanto antagónica nos encontramos la idea de que la filosofía es conocimiento con sentido y compromiso por la vida. Por esta razón el para qué filosofía y el cómo de su enseñanza implican la coordinación y movilización de saberes y valores desde el enfoque de estudio de caso o de resolución de problemas, propios del desarrollo de competencias y de la necesidad de humanización del hombre.
Palabras clave: Filosofía, existencia, compromiso, responsabilidad, proyecto de vida.
¿Para qué filosofía? La pregunta que se formula es simple, pero la respuesta demanda sin lugar a dudas una forma particular de dar cuenta de la filosofía y del lugar que ocupa en el campo de las ideas y de la actuación del hombre. La filosofía no es la simple mirada teórica del mundo a partir de la entrañable levedad de la conciencia. La filosofía es un ángulo de lectura, una forma de coordinación de valores que te permitan comprender, proyectar y actuar sobre una realidad en constante movimiento.
En el desarrollo del presente ensayo se presentará una visión de la filosofía como un proyecto para la acción, como una forma particular de humanización para la práctica, pero también se expondrán algunas ideas que se fundamentan en una visión mística de la filosofía como encuentro y trascendencia del hombre con la sociedad actual de corte posmoderna.
La imagen popular de la filosofía y de los filósofos es el de ser un soñador, un lunático que lo cuestiona todo, pero que busca componerlo a costa de su personal proyecto de vida. El filósofo es un especialista en abstracciones, pregonero de orientaciones acerca de lo que debería ser y nunca llega a ser. Si su ideal fuera pensar y hacer pensar, entonces no invitaría a soñar por el soñar mismo, sino a la participación ciudadana, al disfrute de goces fugaces y triviales, invitaría a tomar pastillas enervantes del buen soñar, buscaría ante todo constituirse en soñador de sueños, encandilado consumidor que contenga la entrega, el compromiso por un mundo mejor.
La filosofía no es un simple repaso de frases de buenos deseos, es una actitud ante la vida para contribuir a la cohabitación entre sujetos que aspiran a un mundo decente, casa del bien común. En una sociedad mercantil es posible una visión moral del capitalismo y de los negocios. La filosofía es la dimensión moral de la supremacía social, la opción es el humanismo pragmático relativista a los hedonistas y realistas, a los sujetos que consideran valiosa la perdurabilidad del ser humano por encima de los indicadores de la macroeconomía y del equilibrio ambiental.
La filosofía es pensada como arte, como actividad humana, como conquista de la razón, como imagen del ocio creador, poesía de vida y metafísica para el buen soñar. La idea de trascender es concreta a partir de otros y no a partir de la muerte como fin de la existencia y viaje al encuentro con los absolutos. Filosofía para la acción o para la contemplación, la filosofía como subjetividad, como conciencia comprometida, la filosofía es compromiso, actitud que refleja la identidad y sentido de vivir que se ha elegido como proyecto de vida.
La filosofía concebida como acto de subjetividad implica la búsqueda en el corazón no individualista que conduce al egoísmo y al solipsismo, sino en el sentimiento desgarrador con los otros, en el reconocimiento a la violencia existente por el individualismo y en los problemas desencadenantes de una cada vez más honda e injusta distribución de la riqueza; la filosofía nos coloca, entonces, en el rescate del sentido de existir, en la espiritualidad social con los otros, en el descubrimiento de luces y sombras de un mundo necesitado de valores.
Mientras que para la filosofía primera la ética lo es todo, pues la subjetividad es el acto irracional de acercamiento y abrazo al otro, para el humanismo práctico la filosofía buscará la acción, la conformación de una vida para ser vivida en plenitud, en correspondencia y responsabilidad con los otros seres humanos, como compromiso y placer de trascender a partir de la lucha por un sistema acorde con la buena vida y la sustentabilidad ambiental, social y natural, no como hedonismo de contemplación absoluta.
No se puede afirmar que ante el reconocimiento de la realidad-ontología exista la subjetividad primera como fundamental para comprender lo que acontece en el mundo material. La filosofía no es la simple mirada teórica del mundo a partir de la entrañable fragilidad de la conciencia, la filosofía es un punto de lectura, una forma de coordinación de valores que te permitan comprender la realidad. No se establece con este punto de partida que los esquemas de comprensión son previos al objeto que se comprende. La filosofía es una actividad intelectual de comprensión, interpretación y acción. La filosofía no jerarquiza entre epistemología, ontología y ética, es una forma concreta de dar cuenta y de acompañamiento para asegurar un proyecto de vida para la actuación.
El ilusionismo subjetivista que ciertos filósofos establecen como filosofía auténtica indica que la realidad, al ser conocida por el sujeto que actúa, es atrapada, reducida y corrompida, en virtud de que la reducen a las formas cerradas de la realidad misma, no le permiten salir a la exterioridad, al encuentro con los otros. Esta forma particular de concebir la filosofía es una forma mística propia del idealismo que considera que la realidad social, económica y política sólo puede ser cambiada a partir de la intervención divina.
La vida como ganancia y ganar más en la vida. El proyecto de vida capitalista demanda un sólido mercado para la obtención de la ganancia, todos iguales pero diferentes, busca emprender proyectos de nuevos emprendedores siempre ambiciosos para la explotación de los recursos naturales y el desarrollo del capital humano para el bienestar. El buen capitalista es resultado de la moral, de la compasión, de la consolación de la filosofía como arte de la contemplación. La crítica, en caso de ser ejercida, se da contra todo aquello que se opone al régimen de la libertad y el estado nacional de bienestar. La filosofía de la denuncia no tiene sentido. El destino del hombre es la libertad, el ciudadano con identidad pugna por la igualdad social y lucha por el establecimiento de un estado de bienestar siempre abierto a la ganancia.
Si la vida consiste en soñar que lo tendrás todo, entonces la vida consistirá en soñar para poseer. Si tenemos como válido lo anterior, la tarea de la educación, en el sentido cultural, social y formal, tendrá entonces que educar a las nuevas generaciones para el buen soñar. Buenos y dulces sueños son presumidos como valores por los que ha luchado la humanidad. La libertad y la responsabilidad se constituirán en sólidos pilares para los nuevos soñadores.
El deseo de un mundo feliz, donde pensar y trabajar se constituye como posicionamiento que crea y recrea el sueño de una educación para la libertad, la paz, la sustentabilidad, la formación crítica y el pensamiento globalocal, tiene sentido a partir de la acción. Soñar es un ejercicio con sentido para los que desean o aspiran a una estética para la identidad y filosofía de la vida. La dimensión moral del egoísmo es parte de la vida misma.
El soñador es el profesor de filosofía, el que ha definido la acción, la participación como valor, como ejemplo de un lúcido y lúdico soñar. Moralizador en todos los casos de los buenos sueños, andador de caminos, trepador de bardas, buscador de senderos, pero también un impostor, un solapador, un embustero de codicias ajenas, un manipulador de sueños, el usufructuario vitalista del verdadero sentido de la ética, un moralino del deber o apasionado de luchar, actuar y socavarlo todo.
Cuando el especialista en educación se convierte en reparador de sueños, no es ajeno al debate de reencontrarse con la filosofía como crítica a la razón indolente que deja en manos de los otros el bienestar de la mayoría. El filósofo aboga por causas justas pero perdidas, por un mundo mejor, reconoce en los poderes constituidos a sus portadores y a sus ideólogos legitimadores; los magistrados y jueces como portadores de los buenos negocios nacionales, como representantes de los malandrines de la miseria nacional que proyectan tasas de crecimiento de pobreza en aumento.
La capacidad crítica de la filosofía es una posibilidad de hacer más académica la casa de los universitarios, de trabajar colegiadamente proyectos de lectoescritura para la nueva alfabetización tecnológica de un mundo ciberglobalocal de fronteras huidizas a la razón creadora. Acrecentar la vida académica a los círculos abiertos muertos al debate ideológico de la filosofía moral, de la transversalidad e interdisciplinariedad perdida. Se trata de ensanchar la capacidad analítica desde la filosofía, al fin y al cabo si la vida consiste en proponerse metas, soñar y actuar para lograrlas, entonces ésta es una de ellas.
La filosofía se constituye en oportunidad de estar despiertos para reconceptualizar la identidad de las personas a la luz de los sistemas éticos, dado que una vida que no se rija por principios éticos no encuentra sentido a la vida. Los cursos de filosofía en el bachillerato son una especie de paseo, un viaje para quedarse con las instantáneas, con los proyectos, planes y programas que forjan la identidad, es una adherencia a los principios más urgentes que demandan la convivencia en la actualidad. El deber y transitar a la participación y responsabilidad ciudadana.
Se presume que con el desarrollo de competencias el joven estudiante de preparatoria adquiere las habilidades para la participación ciudadana. Se trata sin lugar a dudas de un asunto fundamental, pero que adquiere sentido a partir del posicionamiento escolar e institucional afín a un proyecto social y económico acorde al ideario académico-ideológico de la universidad pública en México.
La universidad tiene como fin la formación de los nuevos profesionales y técnicos que la sociedad requiere para dar cuenta de las exigencias de calidad y competitividad de una sociedad global e interdependiente, investiga y profundiza en los problemas que le son propios a las relaciones económicas en el marco de la sociedad fincada en la producción de mercancías y acumulación de capital. La universidad forja el capital cultural de los recursos humanos.
Una de las preocupaciones de la universidad pública es la de articular sus funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión; en este marco se busca formar para la democracia y el mercado laboral. Los espacios escolares, en consecuencia, buscan constituirse en espacios para la vinculación, el servicio social y la difusión de la ciencia y la cultura. Un rasgo característico del Bachillerato General por Competencias en la Universidad de Guadalajara en este marco del Sistema Nacional de Bachillerato es el de formar con identidad y pensamiento crítico.
En el alineamiento constructivista entre la formación filosófica, el ideario ideológico-político y el desarrollo de competencias, la enseñanza de las disciplinas filosóficas y humanistas busca el desarrollo de habilidades de pensamiento acordes a la participación ciudadana, es decir, estudiar raíces culturales, identidad y filosofía de vida, reflexión ética y cuidado del entorno, se significan por saber ser y saber hacer para la convivencia, para ser y saber ser personas responsables y comprometidas ideológicamente con un sector social desposeído, nos permite comprender y formar en el pensamiento crítico y divergente, ser capaces de participar en el entorno y promover cambios sociales.
Los contenidos y actividades de la enseñanza de la filosofía nos ofrecen un punto de vista de la necesidad de actuar a partir del posicionamiento con el presente, nos ubica en un entorno geocultural de relaciones económicas y de distribución de la riqueza, de las contradicciones que se presentan en un modelo de crecimiento al servicio de los valores por los que históricamente ha luchado el hombre, la libertad y la libre autodeterminación democrática de su sistema de vida, pero también para la comprensión de la participación y acción responsable, de la legalidad y de la necesidad de hacer una ciudadanía participativa e incluyente.
El estudio de las ciencias sociales y de las disciplinas filosóficas centra su atención en la enseñanza que promueve el camino que va de la reflexión a la acción, lo cual implica la valoración de la situación y la toma de decisiones para la comprensión responsable de las consecuencias. La filosofía, por tanto, es coordinación de saberes y valores propios de la historia, la economía, la geografía, la sociología y la psicología.
La filosofía es una visión del mundo, una forma particular de concebir las relaciones que los hombres establecen entre sí con la naturaleza y el devenir de una sociedad que fluye hacia posibilidades siempre de mejora o de construcción de un mundo más humano. Filósofos y filosofías debaten el sentido y sinsentido de los proyectos de vida que se presumen como orientadores a lo largo de la vida; contemplar o actuar con responsabilidad.
Para las filosofías idealistas y trascendentales, la reflexión ética te forma para comprender el misterio de la existencia del ser en la trascendencia o arribo místico a la conformación de su yo como sujeto, donde para ser se requiere ser actor de su existir, identificándose con el presente y absorto con su materialidad. Trayectoria que implica asumir la subjetividad en relación con el otro, que inicia con el yo en sí mismo, en su propia identidad y aislamiento. Trascender dicho egoísmo implica el reconocerse en el otro, en la socialización.
Si el hombre logra un proyecto de vida a partir del otro, entonces el reconocimiento de la fuente del egoísmo que es la individualidad del corazón implicará la esperanza de alcanzar otro modo de ser, otra forma de relacionarse con los otros, sin egoísmo ni violencia, con un lazo de amor por la sustentabilidad medioambiental, donde la espiritualidad se encuentra desvanecida en la tierra misma. Estos son o serían los elementos a considerar en un proyecto de vida fincado en la ética de la filosofía primera, como una acción responsable para alcanzar una auténtica convivencia intercultural, una ciudadanía equitativa, capaz de revertir el egoísmo del mundo social capitalista devastado por una injusta distribución de la riqueza, guerras, odios raciales, conflictos ideológicos, políticos y de supremacía en creencias y divinidades y luchas contra el crimen organizado y el tráfico de enervantes.
Por su parte, para los filósofos del humanismo práctico la filosofía es la guía para la acción, es praxis, es una actividad intelectual para el conocimiento de las fuerzas y tendencias que marcan el sistema de vida y acumulación de capital, es el reconocimiento de las condiciones materiales de existencia de los hombres y del lugar que ocupan las ideas en la proyección y acción. Es el análisis concreto de situaciones concretas de las condiciones materiales como base de la actividad intelectual crítico-transformadora. La vida es la lucha por garantizar a todos un estado de satisfacción y comodidad. Se transita del deber a la acción responsable.
Las filosofías pugnan, entonces, por la realización plena del ser humano, del valor de sus acciones, no en el simple reconocimiento de su existencia individual, sino en la conformación de una ética de libre participación ciudadana y comprometida con la conservación y el aseguramiento de la calidad de vida para la vida misma. En consecuencia, la respuesta al por qué de la filosofía es por la inminente necesidad de asegurar un mundo de esperanza, un horizonte de realidad deseable, posible y viable.
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