Mujer conmovedora sentada frente a mí
pinto a esta mujer conmovedora sentada frente a mí
designo conmovedora a esta mujer sentada
esta mujer conmovedora me designa pintor
Soy nombrado.
Madame Pompadour y su puntualidad a la hora de la ironía
vino áspero en el vaso del compañero
amigas atravesándote con sus enyesados fuegos recónditos
amigos en los trazos de ternuras y vigores
Y tu Juana Hébuterne también ella gestando.
Las barbas de tu vecino
embobadas ante la sibila de Delfos
la Musmé, la enjoyada y luminosa Susana
Las barbas de los choclos
las barbas florecidas
las barbas de las máscaras
vigilantes ante las majas en el balcón
la dama del unicornio
y las costureritas vigiladas de Pedro Longhi
Las barbas de los expedientes
las barbas en bares decimonónicos
poseídas ante Ío poseída por la nube
y la muchacha de los bulevares del desnudo rojo de formas encerradas
Las barbas no sólo bárbaras sino cruciales
y las barbas epigramáticas
expectantes ante Marcelle Lender bailando el bolero de Chilpéric
la Venus y las nueve ninfas que danzan en el parnaso de Andrés Mantegna
y la troupe de mademoiselle Eglantine en franco cancán
Las barbas del barbero
a por las barbas
las blancas barbas
y las meretrices del salón de la rue des Moulins.
Potente solitario
alma, cuerpo, cosas
las manos de su Dios, su tierra, sus parientes
Tributo al biógrafo:
la Batalla de los Centauros
en la corte de los Médicis
y la Virgen de la Escala
Extraedor de mármoles
mucho enaltecer
Clemente Séptimo abriendo su biblioteca Laurenciana
El relieve en el meollo
capturado en el relieve.
Nos intercepta en nuestros caminos
y alecciona
Es bella
(y nos afilia a las percepciones de Oswaldo Bot)
Reímos.
Entre deudas y deudas
y privación y privación
de juramentos de fidelidad
al Capitán del Pueblo
Entre no marchar con las milicias ciudadanas
y practicar la brujería
Entre dos apaciguantes ángeles bizantinos
y un gótico serpear.
No hay paisaje
En verdad, sólo pinta
su propia exclusión del paisaje
el pintor.
Restos
del oficio
de vivir
en un incendio
Figura medieval a la carrera
Vivir
en el incendio
que resta
del oficio.
Un loro
vivo
encima
del blanco desnudo
cadáver
del desdichado
burgués
Saliendo de un cuadro
un gato
el último
de esta
noche
saltando y corriendo
cenándose al loro
vivo
encima
del blanco desnudo
cadáver
del desdichado
blanco desnudo
burgués.
Me quedo con tu ojo derecho
con tu suma de destrucciones
con dientitos que sin embargo son una sonrisa
con ese y con cualquier otro de tus sombreros y bonetes
a candoroso sobrenivel de las cabezas
Dicen lo que son esos dedos desnudos
estrellitas erectas
en franjitas erectas
había lo bonito debajo de los cuernos
En el ojal un colibrí
despunta donde yo vi una llamarada
Labios o peces de los arrabales en las paredes de una capilla
un cura de espaldas a una mujer de perfil
invitación a los bordes de una mujer de espaldas
plaza de sombras y banderas
pisan toro y torero
un seno rubio despierto debajo del collar
rostro del tamaño de su pezón sorprendidísimo
Demasiadas escarolas detrás de los pabilos
disponiendo de orejas, manoplas o tal vez marimoñas
y perpetuando un guitarrón asimétrico
ojo con el que me quedo
Una gata me huele antes de enloquecer
y se fuga entre curvas y penes aguileños
y un gallo en pastel se fuga con la gata.
Menos
de medio litro
de vino tinto en la botella
delante del botellón
al lado de la quesera
encima del mantel
que cubre la mesita
circular en el cuadro
que la mujer del pintor
apoyó contra el respaldo
de una silla.
Se diría que los recuerdo
y que hasta estuve allí
Me exhibía entonces al natural
con ellos todo es más simple
Al ciudadano le di
el olivo que es el olvido
Mis construcciones insistían
en situarme al fresco
Descalzo, mis valores de siempre
tendían a disiparse
Al náufrago le cabía
pintar y amar.
“Que no es bacía, sino yelmo”
pintor que escribe relojes blandos
y diserta impregnado del aura de Onán
Delicada extirpación de números
en la medusa.
Virgen del mil trescientos
de labiecitos incautos e insuficientes
con lujoso atavío de intensos dorados
mentada por cronistas contemporáneos
sin citar la fuente
afligida y conmovedora.
Confiscadas por Gauguin cinco bonitas esfinges sentadas de Oceanía
no cesa de morir Cézanne, sobre la mesa viva de alcohólica naturaleza muerta
con las cuatro estaciones arrojándose desde los tejados de Pissarro
es incuestionablemente en el jardín donde desayunaremos con Monet
un rápido secreto susúrranse personajes de Daumier
atinente al puente de Corot
y a que Delacroix guía al pueblo
y Gainsborough la carreta del mercado
grandilocuente consecuente Courbet recostado entre tus cortesanas
(dama como maja y el embozado Goya con el estoque)
mientras robamos a una bella gorda con Toulouse-Lautrec
¿y qué viene siendo de la consabida “demasiada verdad” del Velázquez retratista en tonos de infanta?
ah, si con la tijera del sastre de Moroni
lográramos cortar un mechón de cabello de la repantigada Venus de Tiziano
ah, cómo nos agradaría asistir con Giorggione a su atribuido concierto bajo el sol y el follaje
tomados de la blanca mano de Lucrezia Panciatichi, quien tomará con mayor firmeza a Bronzino de la mano
quien tomará a su vez a Margarita de Parma, la gobernadora, quien a su Moro tomará
para que triunfe —y no triunfe— Brueghel el Viejo con los batallones
El Bosco satírico aleccionando sobre las delicias y los desvaríos
(no espantemos a la encajera del católico Vermeer)
¿se percatan, Matisse, de tus deliberadas berenjenas?
¿admitirían la representación de uvas en ese racimo de Braque?
eclipse en la mirada de la mulata de Portinari
cuando Manet nos trae y nos deja a Stéphane Mallarmé
trabajan en el paisaje las gentes de Derain
y duerme reposa descansa en la cama que cubre su rojo escarlata el artista Van Gogh.
Ana Romano Argentina
Marvin Calero Nicaragua
Sara Velasco
Álvaro Leonor Ochoa
Javier Ramírez
Margarita Hernández Contreras
Paulina García González
Roberto García Lara
Luis Antonio Aguilar
Laura Jarero
José Ángel Lizardo