Soy Juventino Cruz Rojas, para servir a usted.
Permítanme presentarme, aunque sé que muchos ya me conocen, pero quizá no se acuerdan de mí, pero yo si los llevo presentes, pues en el correr de la vida, dentro del Comité de Juventud, fui testigo del crecimiento de cada uno de los que pasaron por las filas de Cruz Roja de la Juventud.
Soy Juventino Cruz Rojas, no sólo por el nombre que quienes me crearon decidieron ponerme al haber nacido dentro de un comité de labor servicial como es el de Juventud:
Soy Juventino porque mi corazón no envejece, porque en cada generación que pasa crezco en conocimiento y en el sentido de ayuda al que lo necesita.
Soy Juventino porque me he forjado en la humanidad que todo hombre o mujer de bien debe tener en su corazón.
Soy Juventino porque actúo con la imparcialidad con que todo ser humano debe regirse para extender su mano para brindar ayuda sin distinción.
Soy Juventino, aquel que con neutralidad aplica principios que fundamenten e inviten a actuar a las personas de bien.
Soy el Juventino que con la independencia que tengo por ser un ente pensante, busca la trascendencia de la humanidad, pero también la unidad de los habitantes de este mundo.
Soy el Juventino que desea llevar mensajes de paz sin distinción, con lo que algún día el mundo pueda trascender a la universalidad, enarbolando los pensamientos filosóficos que eleven el alma y el espíritu.
Soy el Juventino que desea realizar el sueño de que los humanos se congreguen en un voluntariado de paz y armonía, hasta sabernos hermanos en nuestro caminar por este mundo.
Por eso es que hoy que escriben sus memorias en un libro, quiero participar, haciendo la narración de algunos sucesos o presentando la memoria escrita por algún Juventino, con la intención de recordarles que somos juventinos para siempre.
Recuerdo una exhibición en la que ocurrió un suceso inesperado. Uno de los juventinos participantes sufrió un accidente, lo cual propició que no se volviera a ejecutar ese número en posteriores eventos. Las exhibiciones se realizaban en fechas cercanas a la celebración del Día del Socorrista, el 24 de junio, el mero día de san Juan, en la plaza ubicada frente a la Catedral de Guadalajara, por lo que mucha gente se deleitaba con la puesta en escena de los números ensayados por las áreas operativas de la institución.
Los cuadros se basaban en situaciones que generalmente acontecían en nuestra ciudad y algunas prácticas se presentaban para demostrar que el personal estaba preparado para atender cualquier contingencia: levantamiento y traslado de lesionados, colocación de vendajes y aplicación de férulas, atención a víctima inconsciente hasta la aplicación de RCP, equipamiento con el equipo de rescate acuático.
Dentro de estas escenas llamaban la atención aquellas en las que se llegaba a exponer el físico, como en el atropellado, donde algún vehículo ingresaba a la plaza y arrollaba a algunos de los socorristas, caracterizados como transeúntes, y cómo se les atendía hasta la llegada de la ambulancia.
También llamaban la atención los movimientos de descenso en cuerdas desde el campanario de la catedral, bajando a rappel los socorristas, o bajando a alguna víctima con este procedimiento, llegando a desplegar, en más de una ocasión, una bandera de la Cruz Roja. También se tendía una cuerda desde el mismo punto de descenso y se tensaba hasta la acera contraria, en las esquinas de las calles Morelos y Colón, donde quedaba fija y lista para hacer movimientos de tirolesa, y bajar a mitad del trayecto a algún paciente en camilla, con lo que se descendía justo a la mitad de la avenida 16 de Septiembre.
A estos eventos se agregaba la casa en llamas, en la cual se improvisaba una casa de cartón y se le prendía fuego para que, de su interior, salieran con llamas en su cuerpo dos socorristas, los cuales debían ser interceptados y apagados con una sábana para posteriormente ser trasladados a su atención hipotética y el apagado del fuego de la casa.
Pues fue en este cuadro donde sucedió algo no esperado. Este acto corría a cargo del personal de rescates. Los juventinos Ernesto Gómez Alonso (Neto el Bombero) y Roberto García Lara (Lara), ya incorporado a esta sección operativa, serían los encargados de representar a los hombres en llamas. El acto se ensayó en las instalaciones del campo de entrenamiento IETSA, y ya estaban asignadas las personas que se encargarían de apagar a los compañeros. Otros más ayudarían al montaje de la casa de cartón, a la aplicación del material inflamable, que en este caso sería gasolina, y a detonar un cohete al exterior de la casa, simulando una explosión y el posterior incendio, como a veces suele pasar.
Los hombres en llamas repasaban los pasos que deberían seguir al estar dentro de la casa: una vez con las prendas de protección improvisadas y la aplicación de retardantes del fuego en la piel, aguardarían en el interior con un frasco con gasolina cada uno para, en el momento apropiado, vaciar su contenido en sus espaldas sobre la ropa preparada para este fin.
El acto arrancaría al escuchar la explosión del cohete, dando paso al inicio del fuego al exterior de la casa, y enseguida verter la gasolina y salir hacia los puntos donde los socorristas los interceptarían, los envolverían con la sábana para derribarlos y hacerlos rodar para apagar el fuego, y su posterior traslado a bordo de una ambulancia. El acto terminaba cuando el resto del personal apagaba el fuego de la casa con extintores.
Todo se repasó una y otra vez, todo estaba fríamente calculado, pero de último momento entró una persona y sin decir “agua va” provocó que la gasolina la vaciáramos desde antes de iniciar el acto, ¿pues cómo íbamos a tener un recipiente con la gasolina al interior de la casa en llamas?
La presentación del acto se anunciaba por los micrófonos, explicando la escena hipotética que estaba a punto de ocurrir; los juventinos, ya con la gasolina en sus cuerpos, fueron testigos de cómo al exterior la gasolina, que también ya había sido vertida, iniciaba el fuego, aun antes de que el cerillo encendido cayera al piso, y así, entre los cartones, vieron cómo las llamas empezaban su labor destructiva. Un poco desconcertados, al querer ponerse en cuclillas, que era la posición desde la que partirían, sobrevino al interior un flamazo, el cual provocó que la gasolina, que les vaciaron antes de tiempo, hiciera combustión. En un momento muy breve intercambiaron miradas y salieron, más por el riesgo que había al interior que por el número que estaban representando.
Salió Lara por la izquierda, siguiendo la ruta establecida durante los ensayos y en el momento oportuno, su compañero auxiliador lo interceptó, lo envolvió en la sábana húmeda y lo hizo rodar hasta apagar el fuego de su cuerpo.
Salió Neto también de la casa, envuelto en fuego, corriendo en espera de ser interceptado, pero al sentir que corría y no aparecía su rescatador, se percató que se dirigía hacia una sección de público, por lo que se tiró al suelo para rodar con la intención de apagar el fuego, tal como debe hacerse en estos casos. Momentos después se acercó otro compañero, Cipriano, quien descargando un extintor de PQS (polvo químico seco) logró apagar el fuego. Posteriormente Neto señaló que lo sintió como agua fresca sobre su rostro.
Este juventino sufrió quemaduras de segundo grado en cara, cuello y manos, y de primer grado en la espalda. Fueron trasladados al puesto de socorros. Neto resultó el más afectado, al sufrir lesiones que requirieron de atención médica. En el área de urgencias la hermana Emma lo ayudó a cambiar su ropa que olía aun a gasolina, y metiéndolo a bañar continuaron con sus curaciones.
Este acto fue descartado para las siguientes exhibiciones por obvias razones, y nunca más fue realizado para evitar riesgos en la integridad física de los participantes.
Este accidente fue el causante de que Neto no se graduara como buzo de una estrella, junto con otro grupo de juventinos que se capacitaron con Sergio Caballero, instructor de buceo.
Estos juventinos parecía que no le tenían miedo a nada, hacían todo de una manera muy profesional y aunque exponían el físico, no se echaban para atrás, fueron otros tiempos, otras épocas con una ganancia de experiencia y recuerdos que hoy cuentan con emoción por todo lo vivido cada día dentro del comité.