Según Aristóteles, la filosofía surge de la admiración que los hombres
sienten ante el mundo, es el asombro que experimentamos ante el
espectáculo enigmático que despliega el universo lo que nos mueve a
filosofar. Pero, como el propio Aristóteles se encargó de indicar,
ese es el mismo fondo del que surgen los mitos y, también ellos, al
igual que la filosofía, pretenden proporcionar una interpretación
coherente de la realidad que otorgue un sentido al mundo.
La filosofía es una forma de pensar, de aclarar dudas y reformular nuevas preguntas; es reflexionar en un espacio cualquiera, en una tarde cerca de una parada de autobús, en un parque de la ciudad en la que vives, con los espacios que te identificas, sueñas, caminas, haces tuyos y transformas. La filosofía como forma de estar y asegurar un proyecto con contenidos y sentido de pertenencia.
La preocupación inicial de esta forma de hacer filosofía es el razonamiento epistemológico más que el metodológico, para dar paso a las explicaciones antropológicas, éticas y estéticas es necesario el cuestionamiento. La relación entre lo humano y aquello que lo transforma es la problematización de lo que ocurre en el movimiento mismo de la realidad. La actitud del filosofar es el asombro; el cuestionamiento no implica el deber de responder sino de reflexionar sobre el por qué se pregunta lo que se pregunta; es transitar del concepto, de nociones clave a las relaciones susceptibles de resignificaciones reflexivas y de construcción de proyectos de vida al servicio de las personas en lo individual y lo social.
Palabras clave: filosofía, epistemología, racionalidad, objetividad.
Me puedo equivocar; la filosofía es una manera de pensar, de cuestionar lo que ocurre a mi alrededor o conmigo mismo, puedo incluso suponer que quiero no pensar, poner mi mente en blanco y seguir pensando en que no quiero pensar. Me encuentro frente a otros, muchos otros, en un parque, todos parecen pensar e ir de un lado a otro, pero cómo sé que es un parque, una banca, un jardín, un área verde, un parabús, puedo pensar que los nombres dados a todas estas cosas y relaciones son arbitrarios culturales, pero entonces cómo sé que pienso, que estoy pensando e incluso que estoy dudando de todo lo que pienso, es una forma de preparar soluciones en un mundo encantado, el de la moderna posmodernidad (Fernández, 1993).
¿Qué día es hoy? ¿Quién soy, quién es toda esta gente, de dónde viene, a dónde va, mejor dicho, a dónde vamos? Los veo vivir un momento de su existencia, luego entonces ellos también me ven vivir y me ven morir, hay una fecha, una hora, un lugar, un espacio y un tiempo, somos y dejamos de ser, zumbidos de palabras que corren como ruidos que se pierden en el lugar, en el tiempo que no volverá. ¿Qué es todo esto? La realidad es una idea o existe algo independientemente de lo que son nuestros conceptos; un objeto es la noción a partir de la cual se establece que algo existe, un objeto o realidad es lo que describimos a partir de las características que lo describen y lo diferencian del resto de objetos que se constituyen como lo existente. La objetividad de nuestro pensamiento es la marca subjetiva de nuestra relación con lo existente. ¿Por qué todo tiene un por qué?, es la base a partir de la cual se problematiza (Sanabria, 1983).
Soy consciente de que existo. ¿Por qué pienso en lo que pienso, en lo que hago y dejo de hacer? Soy pero sigo siendo y luego dejo de ser, cambio mi idea de todo y de todos; el todo es lo que existe y cómo sé que existe, que no es imaginación, ese extraño nombre dado a lo que es pensado sin referencia a una realidad concreta. Escucho y veo, me pregunto qué puede pasar si me levanto de la banca de este jardín y camino a la siguiente banca, dónde están las ideas que pensé hace un momento, no las veo, no las oigo, sin embargo pasan a ser nada, entonces pasé de todo a la nada, pero sigo aquí y ahora. Piensa con los ojos, los oídos, las palabras, el cerebro; la realidad es lo que pensamos (Fernández, 2004). ¿Pienso y me pregunto si todos pensamos igual? Si fueran los últimos momentos del día del fin de mi vida, en qué los emplearía, qué haría o dejaría de hacer; seguiría en este parque, en esta banca, viendo pasar a la gente que veo que va a un lugar, a un destino, al encuentro con otros, sus seres queridos o simplemente a cumplir relaciones, acuerdos y convencionalismos de saludos y buen decir, qué si fuera el último día de mi vida, qué haría.
El proyecto de todos, vivir la vida es sin lugar a dudas la constante, pensar, decidir, actuar, valorar el resultado a pesar de lo pensado, asumir las consecuencias de nuestro actuar es lo de siempre, ¿pero se puede dejar de pensar, de ser, de sentir, de actuar, de tener convicciones y ser responsable de lo dicho y actuar en consecuencia? Es posible dejar de ser moral, racional y decidir libremente qué hacer si fuera el último día de tu existencia. Sin filosofía no hay ilustración y sin ilustración solamente paseamos como mariposas por el jardín de la vida que nos ha tocado vivir; el coraje de existir es un hecho que nos hace responsables de nuestro ser, de nuestra existencia (Tillich, 1968).
No basta con tener voluntad de hacer; mientras pienso que pienso, se planea qué hacer, ahora todas mis preguntas giran en torno a mi estar en el mundo, en la idea de trascendencia o simple dejar de ser. ¿Por qué no puedo estar tranquilo como el joven que camina frente a mí tarareando la canción que escucha con sus auriculares? O como aquel que camina a paso lento con sus manos en la chamarra, o como aquella señorita que no deja de acariciar su pelo y mueve la boca como gesticulando un beso; más bien puede ser que les es leve la vida, piensan en llegar y solo disfrutan de la música, caminar o repensar la magia de su juventud y de sentir que están bajo la presencia de algo o de alguien. Se aprende filosofía filosofando, del asombro del estar en contacto con la realidad (Sanabria, 1983), del tedio, de la superficialidad como antesala de la construcción de la felicidad (Svendens, 1996).
La diversión, la creatividad, la apuesta a la propuesta es la capacidad de expresar ideas filosóficas para pensar por sí mismo sobre el sentido de la vida (Tozzi, 2008).
Actuaciones instintivas o racionales. La vida se hace pensando, ¿por qué elaborar tantas preguntas? Es obvio que la realidad nos exige conocer para actuar, pero también la vida como una constante de reproducirse como sujeto social, entiendo todo esto como una constante de pensar y racionalizarlo todo; el todo lo tiene que contener todo, no dejar nada fuera a pesar de que la nada no exista; creación y destrucción es la constante en la vida (Fernández, 2008).
Lo fundamental son nuestras fundamentaciones. El hombre es un ser racional, lo dicen algunos y lo repetimos todos; sigo pensado que pienso y sostengo que los otros piensan al igual que yo; entiendo que trazamos un proyecto y por eso el sujeto piensa, lo organizamos todo, explicamos qué son y qué caracteriza a todo lo que nos rodea; todo tiene un fundamento, tienen un por qué aunque no lo conozcas o seas consciente de que existe; fuera del todo no hay nada. Pensar de acuerdo con argumentos es pensar con lógica y de este modo cobra realidad todo lo que nos rodea; un parque, una parada de autobús, la realidad que describo como libros, auriculares, lámparas, autos, en general los objetos, es todo lo real, lo objetivo; es una forma clara de estar frente al mundo, frente a otros seres humanos, pensantes y hablantes; veo a un niño que choca un inflable en forma de lápiz contra el piso, es una acción que repite una y otra vez buscando que la fuerza dé impulso, que al chocar llegue cada vez más lejos. La filosofía no es solo un ejercicio mental de racionalidad de todo cuanto existe, es una manera de ser, una forma de vivir un proyecto de vida (Saint-Dróme, 2003).
Felicidad para todos. Todo es un juego de palabras, la realidad, las emociones y las frases usadas para dar fundamento, una razón de ser, del todo, de la nada, del tiempo y de la exigencia de objetividad; realización de metas y conquista de lugares nos marca el sentido de ser felices; la noche avanza y los ruidos de la ciudad se incrementan, el tiempo pasa y deja su sitio a otros en los lugares nunca imaginados; las personas suben y bajan a cada parada del camión de transporte, una rutina que se repite cientos de veces; la constante, la rutina de las personas, los sueños que se realizan o se esfuman con la vida misma; de lo que se trata es de pensar y actuar con filosofía. Un lugar para espacios de creatividad; una forma de consumir el tiempo y crear objetividad, para el ser humano, el tiempo lo es todo, el todo es lo subjetivo y lo objetivo de lo concreto; el tiempo de esta tarde se me acaba y dejaré este parque, regresaré a la dinámica rutinaria de los múltiples días de preguntas y respuestas, subiré y bajaré del camión de transporte en tanto la ciudad se hace y se reproduce en las tantas opciones de futuro como proyectos de vida y de realización que imaginamos.
El pensar se asocia a la racionalidad, a la lógica deductiva, a una forma de pensar que se sabe y se piensa; pero en filosofía no hay una única manera de pensar, no hay consenso sobre qué es pensar. La realidad existe fuera e independientemente del sujeto que piensa, conocer es un acto mecánico; el conocimiento es el producto de pensar, de mantener una relación entre el sujeto y el objeto de conocimiento, se piensa con la mente, con el cerebro, se explica a partir de sus lóbulos; en filosofía se piensa en el pensar, no hay consenso sobre qué es pensar y sobre lo que se piensa, por lo que es importante tomar en cuenta la pregunta formulada por los empiristas: ¿hay en el mundo algún conocimiento tan cierto que ningún hombre razonable pueda dudar de él? (Russel, 1982).
En epistemología se considera que al principio prevalecía el caos, llega la razón y lo organiza todo, por lo que esto no es nada más que una forma de pensar lo que conocemos del pensamiento y de sus productos, los objetos susceptibles de ser conocidos; una relación de sombras y distancias que el sujeto nombra a partir de esa capacidad de dar nombre a las cosas, de describirlas, explicarlas, de caracterizar una realidad exterior al sujeto que piensa; se buscan esencias escondidas en las cosas, leyes universales formalmente válidas. La subjetividad, la razón da forma a la realidad; en epistemología, la razón se piensa a sí misma y crea todos los objetos en los que piensa; extraer conclusiones debidamente fundamentadas es otra forma de pensar epistemológica, el sujeto crea una forma de pensar y da sentido a los objetos como productos de su pensar y actuar sobre ellos; si la realidad es o existe, es porque la podemos medir, relacionar o comparar a partir de modelos creados por el sujeto que piensa, el mundo de nuestra conciencia se va ampliando cada día más y se hace más complejo pues es imposible no pensar todos en múltiple interconexión.
La interconexión, el sujeto no se aleja o considera opuesto al objeto, interactúa como sujeto con la realidad y consigo mismo; en esta forma epistemológica el sujeto es creador de un entramado de nociones conceptuales y emociones respecto del objeto o realidad bajo la que interviene, esto es, la realidad se presenta como objeto con las características que le son humanas, solo así puede interactuar con el objeto o realidad existente subjetivamente; la reciprocidad es una inteligibilidad mutua; empatizar, explicarse mutuamente en el que cada uno expone sus ofrecimientos, necesidades y complementos. La relación entre lo humano y su entorno que lo transforma son las preguntas filosóficas, las que buscan los fundamentos del porqué de las cosas, cómo se encuentran en el momento mismo que el sujeto los hace objeto de su pensamiento; de las esencias y objetividades nota característica de nuestra esencia como animal que piensa, como ser racional; la filosofía es creada y recreada no por sus respuestas sino por las preguntas que se plantea (Russell, 1982).
Hacer filosofía es elaborar preguntas, es argumentar sobre el sentido de estos cuestionamientos, una forma de culturización y de presentar lo dicho en forma artística; la vida cotidiana se constituye en sí misma en una oportunidad inagotable de aprender a cuestionarlo todo, aunque el todo exista como realidad dudosa de ser explicada desde una ventana o la banca de un parque donde el tránsito de personas se constituya en el pretexto de filosofar; explicar el porqué de todo cuanto nos rodea es la base de nuestra apertura a desarrollar explicaciones a partir de las cuales se presentan las razones que fundamentan nuestros pensamientos. Las formas de pensar epistémicas nos acerca a las distintas maneras de pensar; la tradicional triada sujeto-objeto-conocimiento abre grandes posibilidades de para deducir, argumentar, asociar, relacionar e imaginar.
Fernández, Pablo (1993). “El conocimiento encantado”. En Archipiélago. Cuaderno de crítica de la cultura. Número. 13. Pp: 119-124. Recuperado de http://dialogosaca.blogspot.mx/2012/08/el-conocimiento-encantado.html.
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—— (2008). “La crónica sentimental de la sociedad”. En Diálogos acá: psicología pop. Recuperado de https://app.box.com/shared/mdjri3hxmr.
González, Pedro (2008). Filosofía para bufones. Un paseo por la historia del pensamiento a través de las anécdotas. Madrid: Ariel.
Russell, Bertrand (1982). Los problemas de la filosofía. México: Ediciones Selectas.
Saint-Dróme, Oreste (2003). Cómo elegir a su filósofo. Madrid: Argos Vergara.
Sanabria, José (1983). Introducción a la filosofía. México: Porrúa.
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Tozzi, Michel (2008). Pensar por sí mismo. Iniciación a la pedagogía de la filosofía. Madrid: Popular.
Dolores García Pérez
Luis Rico Chávez
Luis Rico Chávez
Ricardo Duarte
Adrián Domínguez Delgadillo