En las ediciones 7 y 9 de www.agora127.com mencioné que uno de los objetivos más importantes que se plantean en los programas de educación básica, para favorecer el desarrollo del ser humano, es el de adquirir la capacidad para expresarse por medio del lenguaje escrito.
Asimismo, comenté que es tarea de los maestros enseñar estrategias que permitan a los alumnos adquirir el mecanismo de la escritura para comunicar mensajes claros, precisos y correctos; y que a esto debe agregarse el que los alumnos también sean capaces de expresarse en forma creativa; y que por lo anterior debemos enfocar la expresión escrita desde dos perspectivas: por un lado la expresión escrita formal, funcional, práctica y utilitaria; por otra parte la expresión escrita creativa, imaginativa, innovadora.
Sin embargo, muchas veces creemos y/o sentimos que lo que estamos escribiendo no manifiesta con toda precisión lo que pensamos. Tenemos clara una idea, sabemos lo que deseamos transmitir y, a pesar de ello, en ocasiones no resulta fácil hacerlo. ¿Por qué? La razón es simple: nos cuesta trabajo expresarnos por escrito porque no sabemos redactar.
Una de las actividades más difíciles para muchas personas es saber transmitir sus ideas por medio de palabra escrita de una manera clara y precisa. Es decir, para muchos escribir bien representa una seria dificultad… Y más en estos tiempos en los que los avances tecnológicos y las redes sociales de comunicación (e-mail, Facebook, Twitter, WhatsApp, etc.) han sufrido la aparición de una banda de terroristas del lenguaje que asola las redes con mensajes mal escritos.
Como dije antes, la expresión escrita la podemos dividir en dos tipos: expresión escrita formal y expresión creativa.
Un escritor competente tiene que dominar todas las convenciones que requiere el acto de escribir, como: ortografía, sintaxis, uso de mayúsculas y signos de puntuación, estructura del texto, tipo de registro, coherencia o cohesión de las ideas, etc. ¿Pero cómo adquiere estos conocimientos un aprendiz de escritor?
Generalmente, aprendemos las convenciones de la escritura de la misma manera en que aprendemos la lengua hablada: sin una enseñanza formal o programada, sino de manera inconsciente y sin esfuerzo; es decir, lo aprendemos espontáneamente.
Los niños primero aprenden a hablar como sus padres, después como sus compañeros y amigos, más tarde como sus personajes favoritos. Pero no aprenden a hablar como cualquier persona que escuchan. Sólo aprenden el lenguaje de los grupos a los cuales pertenecen o les interesa pertenecer.
Para desarrollar el lenguaje, hablado o escrito, existen dos formas de escuchar:
Los aprendices de escritores tienen que leer como emisores (leer como escritores), para aprender a usar el lenguaje escrito de la misma manera en que lo usan los buenos escritores.
Leyendo como un escritor aprendemos a escribir como un escritor. No hay otra manera de aprender y adquirir el complejo y numeroso conjunto de conocimientos necesarios para escribir.
Pero no siempre leemos como escritores. En ocasiones también leemos como receptores (como un simple lector), pues sólo nos interesa comprender la información del texto y no deseamos aprender a escribir como los autores de esos libros.
Así pues, podemos leer de dos formas, pero sólo una de ellas (leer como escritores) nos sirve para adquirir y desarrollar las habilidades del código escrito.
Para aprender a escribir de manera correcta y creativa se debe tener confianza y libertad.
Otro punto importante es escribir constantemente y con disciplina.
Es necesario que el aprendiz de escritor aprenda las técnicas que un texto acabado y publicado nos puede ofrecer, como: tomar apuntes y notas, elaborar fichas, hacer esquemas o borradores, corregir y/o rehacer los textos, etc.
Pero principalmente, el aprendiz de escritor debe comprender lo que lee.
En sus textos, los escritores manejan una idea central, ideas principales, ideas secundarias e ideas complementarias; y como lector es importante distinguir la jerarquía entre estas ideas para comprender mejor lo que nos dice el escritor. En pocas palabras, podríamos decir que: la idea central es el tema de la lectura; las ideas principales son las ideas más importantes que desarrolla el autor y se desprenden de la idea central; las ideas secundarias son las que nos amplían la información o nos proporcionan detalles acerca de las ideas principales; las ideas complementarias son aquellas que redondean, adornan o complementan a todas las demás ideas. Para identificar los diferentes tipos de ideas que se plantean en un texto ayuda mucho utilizar alguna técnica de lectura.
En resumen, el aprendiz de escritor debe aprender a desarrollar buenos procesos de escritura, pero antes, debe aprender a leer atentamente y ser capaz de ubicar y comprender las ideas más importantes que se plantean en un texto, es decir, debe mejorar su capacidad de comprensión lectora. Y esto sólo se logra aplicando alguna técnica de lectura, por ejemplo la del Árbol de Jumex, que veremos en la próxima ocasión.
Desarrollar los puntos anteriores nos ayudaría a aprender a leer como escritores, con lo cual estaríamos dando el primer paso para aprender a escribir de manera correcta y creativa.
Mientras tanto, como sugerencia final, revisa la manera en que escribes tus mensajes a través de los medios sociales de comunicación; y si eres miembro de esa banda de terroristas del lenguaje que asola las redes, corrige la forma en que redactas tus textos… ese sería un buen comienzo.
Nos leemos en la próxima.