Uno de los problemas más graves de la sociedad es la violencia. Se presenta en contextos cercanos a nuestra vida cotidiana, en sitios donde se relacionan personas como familia, trabajo, escuela, etc. La violencia se vive, es cíclica y progresiva. En dichos sitios una frase ofensiva, una mirada lasciva, un chantaje, un desprecio, un insulto o un toqueteo sexual pueden ser experiencias de todos los días.
El área de trabajo hace referencia a las relaciones establecidas entre empleados de una institución, organización, empresa, etc. La violencia laboral se ejerce mucho más de lo que se cree, de un superior a un subordinado, de subordinado a superior o entre personas que tienen la misma jerarquía, sin distinción de edad o género; el común denominador es el poder de sometimiento.
El poder es la capacidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros para lograr sumisión. Una representación de miedo y sumisión en la víctima la hace el poeta y novelista alemán Herman Hesse, en una de sus obras: “Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros”. Las consecuencias en la víctima son deficiencias en el rendimiento laboral, inasistencias, sometimiento, miedo, disminución de la estima, estrés, angustia, ansiedad y depresión.
El acoso y hostigamiento también son violencia; invaden la intimidad y transgreden la voluntad de la persona. Se presentan, de forma indirecta, a través de aislamiento (como si no existiera), ruptura en la comunicación entre el personal, al perjudicar sus condiciones laborales o atentar contra su dignidad a través de calumnias para difamarle; de manera directa se afecta con insultos, amenazas verbales, intimidaciones, declaraciones sexistas, gestos de connotación sexual, ridiculización en público, empujones o agresiones físicas.
Las víctimas se avergüenzan y no denuncian al sentirse culpables, creen que ellos mismos lo provocaron. Cuando la agresión o acoso supera los límites se vive terror, se presentan problemas psicosomáticos (lo que no se dice, el cuerpo lo expresa a través de enfermedades) y trastornos mentales (trastornos de la personalidad y suicidio en el grado extremo), sin olvidar los problemas laborales como la expulsión o el abandono del puesto de trabajo y la dificultad para retomar uno nuevo.
La liberación inicia al no callar, al enfrentar y denunciar. La situación debe ser puesta en evidencia, y quienes cometen estos actos deben responder por ellos. Toda persona implicada (acosador, víctima, familia, compañeros de trabajo) necesita apoyo psicológico, diagnóstico e intervención especializada. Los organismos gubernamentales en el estado de Jalisco que dan seguimiento a estos casos son la Comisión Estatal de Derechos Humanos, el Instituto de las Mujeres, la Agencia del Ministerio Público Especializada en Delitos Sexuales y la Procuraduría de la Defensa del Trabajo. Salud mental es armonía.