Mil noventa y seis días, Bobo del alma mía
Todo ese cúmulo de días llevaré sin ti el 30 de este mes
Se quiera o no… una eternidad
Qué tiene agosto que trastoca, pregunté hace mucho
Fue un agosto cuando todo lo solté por ti
yo, entrada a los 29, tú por llegar a tus 37
tú, deseando verme insólitamente audaz
yo, soltándome dolorosamente de aquella mano
mi asidero vital de nueve años.
En aquel inmenso espacio que me separaba de ti
convertí una ciudad sureña en mi norte verdadero
Me vi en aquella marejada de angustia y anhelo
avanzando a brazadas torpes y trastornadas
asustada, pero decidida a llegar
de presentarme ante tus ojos convencida
finalmente de que tú eras mi destino
Ay, la fiesta que se hizo en nuestro restaurante Zulema’s
don José cómplice, las meseras amigas
nuestra mesa sin aquel feo mantel,
el ramo de rosas esperándome
las meseras revoloteando, hablándome de ti
de tu tristeza por mi ausencia
por no saber si volvería a ti, si sería capaz
ellas, animándote “va a volver”
sonrientes y solidarias
Doña Vicenta con su canasta de tacos
te animaba preocupada cuando tu desolación
te llevaba hasta The Esquire a beber tus chelas
“ándele, joven; cómase unos tacos; va a volver”
Y allí, con sus tacos al vapor, las canciones de mi rocola
y tus cervezas te veías rumiando tu soledad sin mí
Ahora aquí me tienes, 35 años después
el mismo mes en que escogí vivir mi vida contigo
el mismo mes, 1,096 días después
de que te soltaras de mi mano
en una cama de hospital y quedara yo
en este hostil desierto, sin ti
Fuiste mi techo y mi cobijo
fuiste mi gruta-escondite
donde asustada me enroscaba segura
cuando la vida no me veía como me veías tú
cuando tenía que volver a resistir
el recalcitrante suplicio de mi neurosis,
mi sino de nacimiento
las cosas siguen como las teníamos:
semivivo en nuestra cuarta casa La Escondida
la que tú escogiste y que me fue difícil aceptar
después de dejar Los Sabinianos
donde pensé que moriría antes que tú
Nuestros libros, nuestra música
siguen prácticamente intactos
igual que las fotos de tus escritores
las fotos de tus muertas en nuestro cuarto
las fotos de tus hijos y nietos donde las dejaste
mis “mexicanadas” en donde estaban
nuestras plantas en la terraza
son nuevas como cada año
Tu Lola ya no está, se fue a su cielo
ahora tenemos una cachorra que llamo Agustina
el gato Milo se mudó a Detroit,
ciudad donde vive nuestra más exquisita joya
Me jubilé de mi trabajo,
ese que con tanta humildad agradecías
Once meses después encontré otro
más amable y llevadero
Bobo, he viajado sobre el mar
es decir, he tomado dos cruceros
y el mar es como lo pensamos:
un misterio inmenso, hermoso y eterno
un recuerdo que algo remueve en mi alma
verlo, así bajo mis pies en su infinitud
me deja suspensa, perpleja pero en paz
algo así como sentirse uno en casa
El 30 cae en viernes
Ese día visitaré tus cenizas y te volveré a leer
los 19 poemas del poemario que reúne mis poemas
Tal vez llegue con tu “grande americano”
Y tu cheese danish para que el columbario
huela momentáneamente a tu costumbre matutina
Más tarde llegaré a la iglesia
donde fue tu servicio luctuoso
Tal vez vuelva a llorar
pero no para lastimar tu espíritu, ’Llero,
Lloraré porque te vivo agradecida,
porque vivo amándote, extrañándote
porque mi mundo sigue lleno de ti
de tu voz, de tu risa, de tus expresiones
de tu chispa y de tu ingenio.
Te haré un resumen de estos 1,096 días
en que el mundo, intransigente, gira sin ti
y yo siga preguntando que cómo es posible
que mi alma con tantos huecos y ausencias
aún pueda sonreír ante la belleza de las rosas
(nuestras rosas), los balbuceos de los bebés (mis bebés),
las frondas de los árboles (nuestros árboles),
la madura belleza de la Belluci (tu Mónica)
y la belleza simplona de la Chastain (tu Jéssica)
y el impenetrable misterio de arroyos, ríos, lagos y mares.
’Llero, la pesadumbre de mi viudez es terrible
no lo niego; nuestra historia así lo exige.
El que se fuera a quedar de este lado iba a sufrir,
lo sabíamos
Aquí, voy, Raúl Jesús,
llevo tus versos,
la inteligente profundidad de tu mirada
escudriñando mi alma
cuando la colmabas con la belleza
de la poesía y del arte.
Como mujer fuerte, Bobo, cargo la esperanza
renovada cada vez que olfateo nuestra historia y,
como me decías, cuando citabas a Pellicer,
“contra toda destrucción voy hacia ella”
y con ella a cuestas me dirijo a ti
por siempre a ti.
Luis Rico Chávez
Carolina Escobar Colombia
Teresa Figueroa Damián
Rubén Hernández
Rico | Villanueva | Serrano
Ricardo Rojas Ayrala Argentina