Ambas con la vigilia
a hombros
y un airecillo insondable
¡No te nos escaparás!
con nuestros corazones
en tu fibroso trinchante.
Amanecí ardua
(escasa por el insomnio)
rengueando de la equidad
(mis patitas
del medio).
Ya casi no vivo:
estoy atrapada
Atrapada en una familia:
la mía.
Enamorada de mi miedo
es mucho el frío que hace
donde me interno:
la tapa de mis sesos.
A un país
súbitamente lejano
se me van
espantadas
la senectud de mi amado
y mi niñez.
Seré dichosa si no
te decepciono
Deberé trasuntar que no sé
lo que aprendí
lo que siempre intuí
y luego confirmé
Seré dichosa si no
te decepciono.
Erra en mí
que lo construyo
Oficioso
sobre mis restos
Amenazada por su imprecisa seducción
mi abstinencia
lo dota.
Soy la mujercita
que se iba a casar
Finó mi prometido
y de momento
dicha circunstancia
me empobrece.
Él me dice usualmente esas cosas extrañas
y me abraza
Termino casi siempre sabiendo qué soy
Después
huye.
Reconocida y desleal
aún segrego tus efectos personales
Bien sé que no todo es quedarse
ni acomodarse
en las fronteras
Trémula
como mi madre cuando dio conmigo
cavándote mis rictus de presa
morí cómica
Yo con vos no tengo
ni un soberbio fracaso.
Sentí algo:
he sido atropellada
por un recuerdo
allí.
Tus grafismos en mis espaciosas
aréolas
Mis letritas de imprenta
en tu pene
leve.
Yo soy la buena mujer
que se consiguió el Alberto
por consejo de su madre
la mejor amiga de la mía
Dócil, apacible, soy buena
Resignada, soy buena
Insignificante, soy lo que también
el médico le recomendó
al Alberto.