Hace tres generaciones, China aún cruzaba por momentos áridos tanto en economía como en su sociedad. No fue sino hasta en los años ochenta que China comenzó un camino que trazaría las bases para ser una de las naciones más poderosas del mundo actual.
Pero, ¿a qué se debe? ¿Por qué los chinos lo consiguieron y países como México y otros de Latinoamérica no han podido? Veamos qué es lo que ha influido.
Viví durante algunos años en China con mi hija, así que estuve muy involucrada en lo que era la educación de ese país, puesto que nos encontrábamos aprendiendo el idioma y ella asistía a clases en la escuela local. El choque cultural no fue fácil al principio, pero después de comprender el por qué y para qué de cada acción acepté la cultura y me gustó mucho.
Esto que escribo es lo que pude ver de discrepancias entre la cultura china y la mexicana.
Para absolutamente todas las familias chinas, la educación es un tema de suma importancia.
Todos los chinos que conocí tenían a sus hijos de preescolar y primaria en clases extracurriculares y aprendiendo idiomas. Cuando preguntabas a los niños el porqué, generalmente daban respuestas como las siguientes: “De grande quiero ir a estudiar a Inglaterra o Estados Unidos”; “quiero tener mi propia empresa y hacer negocios con extranjeros”; “quiero ser rico y debo estudiar para serlo”. Este tipo de mentalidad me sorprendió muchísimo, puesto que hace referencia a una motivación intrínseca, que hace que el niño quiera aprender por un objetivo.
En México son muy pocos los padres que he visto que se toman el tiempo e interés de involucrar a sus hijos en actividades educativas extracurriculares desde que son pequeñitos, y todavía es menor el número de los que se interesan en que aprendan idiomas. Cuando se da el caso de niños involucrados en estas actividades, si les preguntas el porqué generalmente responden: “Porque mis papás me traen”. Este tipo de mentalidad quita la responsabilidad de educarse a un niño, carece de motivación y lo ve como una obligación.
Como ya lo escribí, en China al preguntarle a un niño el porqué iba a clases extras o a la escuela, respondían señalando un propósito definido. Ellos no piensan que sea imposible, al contrario, consideran que con mucho esfuerzo a través del estudio podrían lograrlo y por lo tanto, se esforzaban en ello.
En México, la mayoría de los niños en edad escolar sólo estudian para pasar “de panzazo”. No tienen un propósito definido ni le ven algún beneficio al estudio y, por lo tanto, no le ponen interés pues no creen que les pueda aportar algo.
Algo que también vi en China fue un gran poder en las tradiciones, ya que los hombres tienen muy definido su rol en la sociedad como proveedores de un hogar y tienen esa mentalidad trabajadora en donde estudian para poder conseguir un trabajo bueno para mantener a sus familias. Dos realidades:
Idea equivocada: En China sólo se puede tener un hijo. ESTO ES MENTIRA. La ley permite que los chinos tengan dos hijos. Si los chinos se casaron con extranjeros, esta ley no aplica a ellos y si cuentan con un título de doctorado tienen derecho a tener más hijos, porque “tienen buena genética”.
En México se perdieron este tipo de tradiciones. Hoy en día las personas se casan sin tener bases como una casa, un coche o un trabajo estable, lo cual hace que los primeros años sean un poco difíciles. Esto también ha hecho que los hombres no tengan tanta presión al momento de buscar pareja, pues “entre los dos se apoyan”, “con que se quieran pueden salir adelante”, entre otros argumentos, que han generado problemas sociales como tener madres solteras, niños que tienen que ayudar a llevar sustento a casa o problemas económicos y círculos viciosos de pobreza y victimismo.
Los chinos, desde que son pequeños, se les educa a ser responsables de sus actos. Ellos tienen un dicho: “丢脸” que se pronuncia diūliǎn y se traduce como “perder la cara o quedar mal”. Los chinos se harán responsables de sus actos para evitar perder la cara, porque eso significaría una deshonra en sus palabras. Así que si el niño chino no está dando buenos resultados en la escuela, es cuestión del niño y tiene que esforzarse más o buscar una manera para comenzar a dar resultados, pero hacen que el niño se dé cuenta de ello y lo enfrente.
En México generalmente, al momento de educar, a los niños les quitamos responsabilidad, pues le “echamos la culpa” a situaciones familiares, contexto, entorno, situación política, económica o social o incluso enfermedades, pero nunca se dirigen directamente a la realidad de que el niño sólo está consiguiendo los resultados de sus actos y, por lo tanto, para cambiar su realidad se tiene que responsabilizar para cambiar sus actos y por consiguiente sus resultados, generando una mentalidad de victimismo. Hoy en día también se les patologiza y así se pone la responsabilidad sobre la enfermedad y se le quita al niño. Últimamente se han creado infinidad de enfermedades nuevas con las cuales se etiqueta a los pequeños.
En China, las universidades se dividen en tres. Nivel uno, dos y tres. Los niños, desde muy pequeños, saben que si no se esfuerzan no podrán llegar a las universidades de nivel uno, lo cual garantiza que sólo podrán acceder a trabajos de nivel dos o tres y, por lo tanto, no podrán tener la vida que desean. Así que se enfocan en lograr la entrada a las universidades de primer nivel. Para esto los padres, desde que su hijo nace, buscan que se eduque lo mejor posible para poder acceder a este tipo de oportunidades. Todos los chinos en la actualidad buscan que sus hijos vayan a la universidad, pues piensan que esto les abrirá más puertas.
En México no existen tales diferencias, así que es común ver a jóvenes en edad de bachillerato que no tienen definido lo que quieren hacer de sus vidas y muy pocos tienen definida la universidad a la que quieren asistir o siquiera si quieren asistir a la universidad. Muchos mexicanos aún creen que no importa si no van a la universidad; con tener un trabajo será suficiente para sustentarse y minimizan así la educación escolar.
El chino, cuando trabaja, lo hace de manera excelente. Y aunque hay excepciones a esta regla, el chino cree que es necesario ser excelente en todo para poder conservar sus puestos, subir en sus carreras o acceder a mejores oportunidades, así que tienen el hábito de la excelencia.
El mexicano, cuando trabaja, lo hace “al ahí se va”. Y aunque hay excepciones a esta regla, el mexicano promedio cree que con hacer su trabajo es suficiente, y para ser excelente necesita el incentivo de un bono, y si no lo recibe sólo cumple con lo mínimo requerido. Esto es el fruto de que en la escuela sólo piensen en pasar “de panzazo”.
El chino trabaja en equipos. Desde que están en la escuela se les enseña a trabajar en equipo con un rol específico y responsabilidades definidas, así los chinos se permiten crecer todos juntos y se reparten las ganancias entre todos. Este pensamiento se fomenta desde que están en el kínder, por lo cual cuando llegan a la universidad o salen a sus primeros trabajos no tienen problema para trabajar con otros por un objetivo en común y lograr resultados rápidos por ese compromiso con el equipo.
El sistema educativo mexicano nos enseña generalmente a competir entre nosotros. Si bien hay pocas actividades que son en equipo, la manera de implementarlo en México generalmente es que hay uno o dos que sí trabajan y los demás no hacen nada. Esto fomenta este tipo de mentalidad en las personas, haciendo que cuando salen a sus primeros trabajos sean pocos en la sociedad los que sí trabajen y sean otros los que no hagan nada y se beneficien del trabajo de los demás.
El chino puede intentar una cosa y si no la consigue, lo intenta hasta que le salga, no importa que parezca imposible. Es por eso que las grandes innovaciones tecnológicas se han dado en China. Porque si ellos se proponen en su mente que pueden lograrlo, buscarán la manera de hacerlo y eventualmente podrán lograrlo.
La mentalidad del mexicano promedio es derrotista. Por ejemplo, se dan por vencidos muy pronto y creen que no van a lograrlo. Esto hace que nuestros pensamientos se cierren a nuevas ideas, otras maneras de trabajar y diferentes opciones.
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Como podemos ver, son muchas las diferencias de pensamiento entre ambas culturas. Sé que el mexicano tiene muchísimas virtudes que aquí no plasmé, puesto que mi objetivo era exponer crudamente la realidad de pensamientos en las áreas que podemos mejorar como mexicanos en cuanto a educación en nuestros hijos, para darnos cuenta que fueron estas diferencias las que efectivamente formaron el país de primer mundo que es China como hoy lo conocemos. Si comenzáramos a hacer uso de estas ideas y las incorporáramos en nuestros salones de clase, nuestras familias y en la niñez y juventud mexicana, muy pronto podríamos tener un país de primer mundo en vez de tan sólo soñarlo.
Los chinos hicieron uso de la educación y cambiaron el rumbo de su futuro con ella, los mexicanos también podemos hacerlo.
Lo más grato de tener la oportunidad de vivir en diferentes culturas es el hecho de aprender de ellas y combinar las buenas tradiciones, maneras y virtudes de todas para poder fomentar en nuestros hijos valores, visión, propósito, globalización, y darles herramientas que les permitan crecer y hacer frente a la vida adulta.