mi boca devora una despedida muda
abandonada
sangre sudores gusanos venas
a volar bitácoras
sin sentido de palabras
habitando un crucigrama sin gaviotas
solo sombras trapecistas abismos
solo un recuerdo perdido de versos pardos
como cenizas de niña
sin tiempo
mis pies danzan filos en el abismo
verde de hélices ámbar
ventana sin lluvia
sin aire habito paredes
como islas en pequeñas dosis encadenadas
voces moradas de sin-palabras sueños
soy epitafio sin historia
tú
mis ojos poblados de estrellas no miran se deshojan
hormigas enormes cojines náufragos nácar
en mi mente
rojo silencio desangrado de siluetas
gota a gota ahogada asfixiada
de llagas ellos callejones sin salida grito
tú todas las tus nacen en mí
ámbar pétalo ven muéreme
ven
mis manos pintan un sarcófago al recuerdo
la soledad llueve soles verbos oscuros
exíliame
voz
retórname tú yo fuga y vértigo
nacer como morir en pequeños pedacitos
hoy ayer
escúchame nadie
mañana aceras incineradas
noche sin ti
muéreme muerte muéreme amanece
regresa
esta noche
uso las heridas de la sanidad
como puente de humo sin tiempo
como sábanas de pechos azules
y despierto a mitad del camino sobre una muralla
me visto de brújula dorada casi ámbar
en vuelo libre hacia cinco días años
a otra ciudad
me lluevo de tropas sin armarios contigo
caigo gota a gota
las mentiras y sus cristales
caen tictac sangre espejos delirios
caen párpados grises
para fluir lentamente
y reír cada trocito de mí
llego al abrazo de escarcha en caricia labios
sin batas blancas en dosis silentes
sólo un sombrero de lunas y bitácoras
sílabas peregrinas
llego a otro nosotras
sin niñas devoradas púrpura
se agotaron tictac los recuerdos
calles sin salida norte
conjugar sus palabras en libros y avanzar
aquí
los minutos hablan el imperio de los sueños
despacio como letras
pintando amores en la arena
lentamente calzada de escaleras
para llegar a ti
cuando casi imperceptible
tu cabello bufanda mi cuerpo
mis grietas pantalonan y camisan tu presencia
nácar casi rosa sur
caer tictac asfixia techo
pronto amanecerán las voces medicadas
sin rumbo hacia mí
despertar hacia ti
sola
perdida en la habitación demente del silencio
y desnuda
encerrada
mármol sueños de alas
útero tornasol de sangre caricia
anémona del bosque mar de veneno
todas las ellas refugiadas en mí
una noria de voces que va sembrando paredes
aquí
mariposas negras descienden quimeras
como niñas con los ojos cerrados
chocan contra mí,
contra el piso y sus puertas:
pues la isla ha muerto gris mutilada
así la sombra de nuestras manos
es una melancolía de palabr(a)mar
encerradas
somos caracoles de voces penetrantes plata
desde mi claustro a mi pecho y mente
a fuerza de mentiras, crueldad de luz oscura
hemos parido tijeras de alas a la deriva:
al otro lado las sombras ciegas sin calles
vomitan balbucientes sílabas ocre desesperanza
¿cómo escapar de nosotras a otros cuerpos?
si morimos cada día multiplicándonos
mientras las murallas devoran lentamente
mi conciencia
no me salves
que el silencio diga
lo que el tiempo perdido al grano de arena
—¿cómo culpar a una gaviota de volar océanos?—
no me salves
no soy frontera de país desierto
habito libre en agua de horizontes
ardiendo de página a página
cada libro que peregrina luces y sombras
—¿cómo no arrancarme la ropa del pasado?—
no me salves
que tan sólo soy un cuerpo de papel
repleta de las voces de los días
de esos pequeños fuegos que humean versos
como párpados iluminando palabras
cada palabra
hasta sombrear el despertar de las manos
no me salves
que el tiempo diga
lo que el silencio perdió en la arena
* Del libro Al otro lado, el puente, editorial Isla Negra, Puerto Rico, 2018.