A Rogelio Flores de la Luz le hice peticiones y preguntas. Por principio le pedí: Cuéntame cómo ves la presencia de Grace Slick en el ámbito de los hippies. También le pregunté: Como compositora y cantante ¿cuál sería su perfil? La situé y le pregunté: Ella digamos que aparece cuando el movimiento de la psicodelia se manifiesta en el escenario de la segunda mitad de los sesenta… ¿concuerdas con eso? Ella participa en varios grupos al paso de esos trascendentes años: ¿de Jefferson Airplane a Jefferson Starship con cuál Grace te quedas?
Otras preguntas: ¿Podemos contarla entre los pacifistas y otros activistas políticos? ¿Cómo encaja Grace en la contracultura? Y puntualicé: Tengo para mí que Grace Slick es poeta, concuerdo con quien me ha dicho que es la poeta de la psicodelia, ¿estás de acuerdo en eso?, ¿qué opinas? Su rola emblemática “White Rabbit” está inscrita sin duda en la psicodelia del disco Surrealistic Pillow que graba con Jefferson Airplane… ¿quieres hablarme de este disco? Ha sido muy destacada la amistad que tuvo con Janis Joplin, ¿les encuentras algo en común?
Rogelio atiende mis comentarios y consultas de manera sucinta y poética, asumo que puedo indicar que el contenido de sus respuestas en su texto —breve y sustancioso— se emparenta de una cierta manera con la rola “White Rabbit”: pues reduce su discurso en un resumen preciso y, a la vez, su concreción se agranda con su significado.
Rogelio nos ofrece un repaso —a través de la evocación de nuestra Grace Slick— que remonta paradigmas y sitúa la historia del amor al rock.
Grace Slick es la poetisa de la rebeldía de los sesenta. Su poesía se forja en el lenguaje que surge junto con el movimiento de los jóvenes que lucharon contra la cultura tradicional de la sociedad norteamericana. El tema fundamental de la poesía de Grace es la libertad, la expansión del espíritu sin dogmas. Las letras de las rolas testifican la rebeldía de su tiempo. En “White Rabbit”, Grace invoca a Alicia (la del país de las maravillas): ella “sabrá cuándo la lógica y la proporción han caído suavemente muertos”. Lo que se quería era un cambio que hiciera imposible la guerra y el racismo y abriera las puertas de la experimentación sexual, liberándose del rol tradicional que hombre y mujer jugaban sexualmente. Grace exclama: “por qué no podemos intentarlo y hacer que funcione”. Al espíritu libre hay que dejarlo ir y que recorra su propio camino.
Grace Slick es una militante (musical) de la libertad de todos los que sueñan, desean, necesitan ser libres. Con el viento de su música busca avivar la llama de la rebeldía; Janis Joplin alimenta el fuego interno. Janis me hace sentir, Grace me impulsa a cambiar lo que hay que cambiar. Janis es una llamarada en el corazón, Grace el viento que expande el fuego.
El rock fue el medio fundamental que empezó a minar por dentro la Gran Costumbre Tradicional que regía el destino de los jóvenes norteamericanos. Con las rolas de Jefferson Airplane y de otros, se retaba al poderoso, se protestaba ante la injusticia, se amaba a quien estaba al lado. La psicodelia, las drogas, eran la forma de mirar a través de las grietas de la realidad construida por el statu quo. El pacifismo hippie, ahora criticado por la izquierda “radical”, iba acompañado del rechazo al racismo y la libertad sexual. El pacifismo de hoy, en casi todos los casos, se le toma por separado, sin aquello que le da sentido.
Grace Slick es una de las figuras emblemáticas de los sesenta, quizá no tan famosa como Janis, pero imprescindible, única.
A mediados de los setenta, nos reuníamos un grupo de estudiantes a escuchar rock, entre otros a Jefferson Airplane. Ahí escuché por primera vez a Grace Slick. La casa donde nos juntábamos tenía un largo corredor cuyas orillas eran ocupadas por grandes macetas donde el anfitrión plantaba cannabis. Recuerdo que suplicaba que no arrancáramos las hojas al pasar. Entendíamos poco inglés, pero había quien nos traducía. Para nosotros lo importante es que nos hacía vibrar y el ritmo era el de nuestros corazones. De la rebeldía de los sesenta, muchos de los jóvenes de la segunda mitad de los setenta, heredamos el rock, el cabello largo y cierta promiscuidad. Eran los tiempos de la militancia de izquierda y los movimientos de liberación nacional latinoamericanos y la pastilla anticonceptiva. Algunos vivimos esa época cargando algunos dogmas políticos y el amor al rock.
* Rogelio Flores de la Luz nació en Autlán, Jalisco, en 1955. Estudió Letras Españolas en la UANL. Trabajó como maestro en la UANL, redactor de la sección de Nacionales en el periódico El Porvenir. Actualmente es editor independiente. Ha escrito artículos, reseñas, ensayos y poemas para diversas publicaciones.