La oferta académica y cultural relacionada con la promoción de la lectura se ha incrementado de manera significativa en la zona metropolitana de Guadalajara. La reciente apertura de la Librería Carlos Fuentes en mayo de 2018 en la planta baja de la biblioteca Juan José Arreola, la Licenciatura en escritura creativa lanzada en el ciclo escolar 2018 B por la Universidad de Guadalajara, el Centro estatal de fomento a la lectura y la Licenciatura en fomento a la lectura inaugurados en abril de 2017 por la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, son resultado de la implementación sistemática de políticas públicas relacionadas con la promoción y animación a la lectura.
A partir de estas acciones podemos hacer un análisis con los siguientes cuestionamientos: ¿Cuáles han sido los criterios e intereses de los diversos gobiernos para la implementación de estas políticas en los años recientes? ¿Cómo llegamos a esto? ¿Existe entre las nuevas generaciones interés por programas académicos relacionados con la promoción de la lectura? ¿El nuevo equipamiento cultural responde a necesidades de consumo de los lectores de la ciudad y el estado? ¿Quiénes impulsaron estas acciones?
A lo largo de la historia de nuestro país, la promoción de la lectura ha sido una política emergente y un encargo social que el estado ha impuesto a diversos sectores. Hagamos una pausa y un corte de caja para mirar de manera retrospectiva los contextos relacionados con la animación y promoción de la lectura en Jalisco.
A nivel nacional y luego del triunfo de la Revolución Mexicana, las políticas en el ámbito cultural se desarrollaron como un proceso de legitimización del partido dominante, así como un mecanismo de control social enunciado como acciones de desarrollo cultural de la población. A partir de este modelo, en el ámbito de las políticas de promoción del libro y la lectura podemos identificar diversas etapas e instituciones especializadas en esta tarea; cada una representa estrategias de control y legitimización del régimen dominante.
La cruzada nacional de alfabetización y edición masiva encabezada por José Vasconcelos en 1920 es considerada como una de las primeras políticas públicas de promoción a la lectura en la época moderna del estado mexicano. El reto era abatir el analfabetismo en un país bronco y empobrecido; esta estrategia se caracterizó por la edición masiva de textos de literatura clásica, un hecho que nunca antes había ocurrido en nuestro país.
En 1934, Daniel Cosío Villegas, en vinculación con los intelectuales españoles exiliados en México luego de la guerra civil funda el Fondo de Cultura Económica (FCE), una de las instituciones más sólidas y emblemáticas encargadas en primera instancia de la alfabetización y formación de lectores en el país. La misión ideológica del Fondo de Cultura Económico era legitimar al partido en el poder; a lo largo de 84 años esta editorial representó el rostro de la producción intelectual monopólica del estado en la industria editorial mexicana y latinoamericana, la cual se prolongaría hasta la llegada de la alternancia partidista en el año 2000; también se debe considerar que de manera colateral el FCE ha marcado la pauta y rutas de trabajo en el ámbito de la formación de lectores en el país.
En 1954 Jaime Torres Bodet crea la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, que se convertirá en una de las estrategias institucionales más rentables para consolidar y conservar el poder ideológico y político del estado, fortaleciéndose su presencia dentro del mercado y circulación editorial a través del sistema educativo nacional al ser el único proveedor de los insumos editoriales. Durante 64 años vivimos y aprendimos procesos lectores bajo la tutela del monopolio editor del estado, lo cual significaba que la industria editorial privada quedaba en una situación desventajosa.
Luego de la consolidación del estado editor, en 1971 se crea la Comisión Nacional de Fomento Educativo (Conafe), como un organismo de apoyo a los procesos educativos. El Conafe tuvo una estrecha relación con los procesos de alfabetización y promoción de la lectura en zonas rurales y marginadas a través de una línea editorial encauzada a publicar material de apoyo de carácter comunitario.
En el ámbito editorial y de promoción de la lectura la década de los 80, el estado mexicano crea diversos programas con este fin; en 1980 se crea la Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas, de la cual se desprende la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. En 1982 se crea la distribuidora estatal Educal; en 1986 la Secretaría de Educación Pública creó el Programa Nacional de Rincones de Lectura, cuya labor era fortalecer acciones docentes para la formación de nuevos lectores desde el sistema de educación básica. También en esta década se crean y fortalecen las principales ferias y festivales del libro del país, algunas desde el sistema federal y estatal y a través de universidades públicas. En 1979 la UNAM inicia la Feria del Libro de Minería, en 1980 se impulsa la Feria del Libro Infantil y Juvenil por la Dirección General de Publicaciones, en 1987 la Universidad de Guadalajara crea la Feria Internacional del Libro (FIL). En 1994 se crea el Programa Nacional de Salas de Lectura y de manera colateral emergen los promotores de lectura no vinculados al sistema educativo básico a través de una organización civil conocida como Asociación Mexicana de Promotores de Lectura (AMPLAC).
Luego de la alternancia política del país y durante los 12 años de gobiernos panistas, las políticas e instituciones creadas por el estado para la promoción de la lectura tienen cambios significativos. El control monopólico del estado se debilita y se trasfiere hacia las editoriales privadas, tanto nacionales como internacionales. Los programas que hasta entonces operaban cambian de enfoque y se entra de lleno al modelo globalizado y al uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Durante el gobierno de Vicente Fox se implementa el programa Hacia un país de lectores, también se mantiene el Programa Nacional de Salas de Lectura, sin embargo la injerencia del estado editor se desplaza hacia la presencia de las casas editoriales privadas nacionales e internacionales. Durante esta etapa el Programa Nacional de Rincones de Lectura desaparece y se crean las Bibliotecas de Aula. Se implementan acciones como Enciclomedia y e-México para el trabajo en las aulas del sistema educativo nacional. El equipamiento cultural relacionado con el libro y la lectura se incrementa; así, se fundan espacios como la Biblioteca Pública de México José Vasconcelos, el Centro Cultural Bella Época y la Librería Rosario Castellanos.
El regreso del PRI al gobierno no necesariamente implicó un regreso al modelo hegemónico en el ámbito de las políticas de promoción a la lectura; los procesos de privatización del equipamiento cultural siguieron, el FCE viró hacia un modelo empresarial, lo cual implica estrategias de mercado focalizadas. Las ferias y festivales del libro se mantienen y han evolucionado hacia las tendencias que marcan las nuevas tecnologías y el mercado editorial globalizado. Sin embargo, el impacto que han tenido en la formación colateral de lectores merecería investigaciones de carácter cualitativo para documentar el impacto y los rumbos que hasta el momento han tenido las políticas de formación de lectores.
Habrá que ver cuál es el rumbo que tomarán estas acciones a partir de la llegada del nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Jalisco cuenta con una larga trayectoria histórica dentro de la literatura y de manera colateral con la formación de lectores, a través de grupos organizados en tertulias artísticas literarias, talleres y empresas editoriales. Desde el siglo XVI podemos ubicar la obra de escritores de poesía, dramaturgia y narrativa; tal es el caso de Alfonso de la Mora y Escobar, el padre Tello, Francisco Frejes y Bernardo de Balbuena; los nombres de las calles de la ciudad dan fe del reconocimiento que en alguna época se les brindó a estos escritores. El siglo XIX está lleno de creación literaria y grupos representativos como “La estrella Polar” o la “República Literaria”; José López Portillo y Rojas encabeza a autores como Fernando Calderón, Isabel Prieto de Landázuri, Refugio Barragán de Toscano, Esther Tapia de Castellanos, Victoriano Salado Álvarez, José María Vigil, Alfredo R. Plascencia y Agustín Basave. Cabe señalar el desarrollo artístico y literario de la ciudad alteña de Lagos de Moreno, en donde Francisco González León juega un papel fundamental. La literatura de la revolución mexicana tiene en Jalisco a dos representantes fundamentales: el laguense Mariano Azuela y el tapatío Francisco Rojas González; ambos escritores representan una herencia importante para la generación posterior.
Agustín Yáñez forma parte de esta época dorada; sus primeras obras están ubicadas en la zona alteña del estado; también el tema del impacto de la revolución mexicana aparece en la obra del escritor político; cabe señalar que Yáñez fue gobernador del estado. Esta época se caracteriza por el sentido viajero y versátil de sus miembros; la docencia, el periodismo, la crítica literaria, la edición y la política son algunas de las actividades en las que se desarrollan. Emmanuel Carballo, Hugo Gutiérrez Vega, Guillermo García Oropeza, Adalberto Navarro Sánchez, Arturo Riva Sainz, José Guadalupe Zuno (quien es más conocido por su actividad política –fue gobernador del estado-, pero cuenta con obra literaria y cultural importante en el estado), Ixca Farías, Salvador Echavarría, Alberto Ladrón de Guevara, Carmen Castañeda. Estos últimos se quedaron a conformar la cotidianidad cultural y literaria de la ciudad; Adalberto Navarro Sánchez impulsó importantes proyectos editoriales, así como la Feria Municipal del Libro de Guadalajara, una de las más antiguas de la ciudad .
En Jalisco y en especial en Guadalajara prevaleció una dinámica de provincia, las políticas institucionales de promoción de la lectura se implementaron de manera disciplinada de acuerdo con los parámetros e instituciones antes mencionadas.
En las última década del siglo XX a partir de la apertura de México al modelo neoliberal y de la creación de espacios como la Feria Internacional del Libro (FIL), podemos apreciar la emergencia de acciones estatales, privadas, universitarias y ciudadanas encaminadas a la formación de lectores.
A continuación un recuento de ellas:
Luego de este breve y panorámico recuento histórico podemos concluir que las nuevas propuestas y espacios culturales relacionados con la promoción de la lectura tienen raíces profundas y fuertes. Ojalá que logren incidir en la plena formación de lectores.
Brambila Medrano, Blanca (2007). “Políticas de institucionalización de la lectura en México”. En Mariscal, José Luis (coord). Políticas culturales: una revisión desde la gestión cultural. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
“La lectura, un vicio ‘impune’ de García Oropeza” (2008, 3 de mayo). El Informador. Recuperado de http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2008/9779/1/la-lectura-un-vicio-impune-de-garcia-oropeza.htm.
“Día del maestro: Magdalena González Casillas recuerda compañeros y alumnos (2008, 23 de mayo). El Informador. Recuperado de http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2008/14172/6/dia-del-maestro-magdalena-gonzalez-casillas-recuerda-companeros-y-alumnos.htm.
Samperio, Guillermo (1990). Senderos hacia la lectura. Memoria del Primer Seminario Internacional en torno al fomento a la lectura. México: Instituto Nacional de Bellas Artes.
Luis Rico Chávez
Juan Castañeda Jiménez
Núñez | Ortega
Manuel Correa Castañeda
Luis Rico Chávez
Exposición en el MUSA
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Laura Preciado