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Cuatro estaciones

Luis Rico Chávez

Portada

Martha Eugenia Colunga Bernal me hace llegar, amablemente, un ejemplar de Cuatro estaciones (Ediciones Papalotzi) acompañado de una nota en la que, entre otras cosas, señala: “Este fue un trabajo [desarrollado] entre cuatro compañeras…”

Dieciséis relatos (cuatro de cada una) de Laura Cardona, María Teresa Figueroa, Cecilia Magaña y, por supuesto, Eugenia Colunga. “Pero de las cuatro”, continúa la nota, “¡solo yo me metí en el berenjenal de utilizar un mismo personaje para las cuatro estaciones! Me hubiera visto metida investigando modas, autos, música y demás parafernalia para poder ambientar a mi Renata correctamente a lo largo de su vida. ¡No lo vuelvo a hacer!”

Pero el resultado es agradable. Uno se deja llevar por las historias (las cuatro de Eugenia y las del resto de sus compañeras), se involucra en ellas, comparte las emociones, dudas y las reacciones de los personajes (todos femeninos) y se asoma a diferentes universos, a diferentes formas de enfrentar la existencia y, al final, se comparte y uno se siente cómplice del lado humano que se muestra y que complementa la percepción que el lector tiene del espacio vital que compartimos.

Y si Eugenia expone el proceso que siguió para construir y darle credibilidad a su personaje, lo mismo se percibe en el trabajo literario del resto de las autoras. Un atento lector descubre, sin mucha dificultad, alusiones a diferentes aspectos de nuestra cultura, por ejemplo las referencias bíblicas en las historias de Cecilia Magaña, de manera particular en “Génesis”. O las menciones al conocimiento occidental, muy claro en “Sofía”, el relato que abre el libro, de Laura Cardona.

En el primer cuento (“Génesis”) se relata un accidente, en el que está involucrado un personaje de nombre Eva. Las alusiones aparecen desde las primeras líneas: “En el principio…”, “entonces se hizo la luz”, y continúan hasta el final: “El hombre vestido de mensajero dijo algo sobre puntadas, sobre el séptimo día en que ella no debía olvidar hacer algo. Eva no escuchaba”.

El segundo (“Sofía”) cuenta la manera como el personaje, una niña que cumple un año de vida, comienza a percibir (conocer) su entorno, la manera como sus sentidos entran en contacto con su universo. Es obvia la relación del nombre del personaje con las situaciones referidas.

Laura
Laura Cardona

Las cuatro estaciones aluden a las diferentes etapas existenciales por las que atraviesan las mujeres: la infancia, la juventud, la edad adulta y la vejez. Y en todas percibimos los sucesos trascendentales (los momentos íntimos, los instantes triviales, las emociones y los pensamientos fugaces, de igual manera, son trascendentales y definen el carácter) que permiten transitar por el difícil camino que llamamos vida: el primer contacto con el entorno, es decir, la manera como se relacionan con sus espacios vitales, incluyendo a las personas con quienes conviven, y en el que aparecen los encuentros y desencuentros, las ilusiones, los fracasos, las frustraciones, la capacidad para enfrentar las situaciones, el erotismo y el sexo… todo presente a lo largo de las páginas de estas Cuatro estaciones, dosificado y expresado de diferentes formas y desde diferentes perspectivas.

Eugenia
Martha Eugenia Colunga Bernal

Además de “Sofía”, de Laura Cardona se incluyen “Lorena”, “Lucía” y “Paulina”. “Génesis”, de Cecilia Magaña, se complementa con “Primera comunión”, “Paula y los gatos” y “Escaramuza”. Teresa Figueroa publica en esta edición “El polvo de esos caminos”, “Manuscrito”, “Sycamore Psychiatric Hospital” y “Expediente 20/22/XII/15”. Y de Martha Eugenia Colunga “Los ojos de Renata”, “Los maridos de Renata”, “Los pendientes de Renata” y “Las amigas de Renata”.

Teresa
María Teresa Figueroa Damián

En la primera parte, “Primavera”, excepto el personaje de Sofía, ya mencionado, las otras tres protagonistas son niñas-adolescentes en el proceso del despertar sexual o del reconocimiento del otro sexo. “Primera comunión” es una alusión no solo religiosa, y “El polvo de esos caminos” relata un viaje por una carretera en la que la narradora evoca los muchachos de los que se ha enamorado. El título proviene de una canción que escuchan en el trayecto: “El polvo de esos caminos de esos caminos que anduve me traen recuerdos queridos de unos amores que tuve”, amores que no son más que una pura ilusión. “Los ojos de Renata” nos presentan a este personaje en lo que algunos llaman “la edad de la punzada”, una adolescente rebelde y hostil hacia la nueva esposa de su padre.

Cecilia
Cecilia Magaña

El tono, los temas, las situaciones de las otras tres partes complementan y configuran el universo femenino en el que también estamos involucrados los hombres. Es decir, no se trata de cuentos feministas (por si alguno se pudiera dejar seducir por el equívoco de tratarse de historias de mujeres escritas por mujeres) sino de relatos humanos en los cuales el protagonista principal es la vida misma, la intensidad de la existencia, el anhelo de ser parte del universo. De manera personal diré que en este libro están incluidos relatos de escritoras cuya obra me parece brillante, textos que vale la pena conocer y difundir.


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Rolando Revagliatti, Argentina


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