Hacía tiempo que Lucrecio Petra no caía en esta su casa. El otro día, instalado en la veranda, escribió en su laptop durante varias tazas de café y luego echó madres, cerró la computadora y se levantó —se fue a fumar sin más.
Pasado un rato supe la razón de su enfado. Lucrecio quería escribir un texto base, dice, “que me diera la pauta para un guion con miras a un documental y titularlo Blues 1966 o algo así, pero tss es una de esas ideas que luego vuelan”. Enseguida aseguró que se quedó en el intento, “ni siquiera un borrador, solo párrafos aislados, fichas, acotaciones, mojoncitos que no delimitan nada”. Luego de un momento añadió: “Sin entrevistas ni documentos extras no hay reportaje, no hay materia completa para un documental, nomás el triste bosquejo que aspira apenas a ser un pinche borrador”.
Días después, cuando me di cuenta que ya —con desenfado— se había olvidado del asunto, le pedí ver “el borrador”; me lo pasó y puso el disco Blues Breakers with Eric Clapton, “blues de hace 50 años”, me dijo medio entusiasmado, y yo empecé a leer sus anotaciones: “En 1966 la banda británica John Mayall & The Bluesbreakers, invita a Eric Clapton a grabar el disco”.
En tanto que Lucrecio se concentra en la música yo leo, efectivamente, párrafos aquí y allá, unos subrayados con color amarillo, otros con bold, etcétera: “Una publicación tradicional enfocada en el blues, The Blues Magazine, dedica su espacio principal —en un número que sigue en librerías— a revisar los grandes acontecimientos en la escena del rock ocurridos, gracias al blues, hace 50 años, en 1966… y en el mejor lugar de ese espacio principal le dedican varias páginas al Blues Breakers with Eric Clapton, de John Mayall & The Bluesbreakers”. Sigo leyendo y, con el permiso de Lucas, edito el “borrador”, hilvano párrafos y notas, o sea el resto de estas notas corresponde por completo a la pluma de Petra, yo solo las enlazo tratando de construir un todo homogéneo y, dicho esto, prescindo de las comillas.
La cabeza del primer texto presume que ese es “el álbum que cambió el mundo”. Es un disco lanzado en 1966, un año atiborrado con álbumes que jugaron un papel interesante en el movimiento del cambio a través del blues y el rock, grupos que van de Los Beatles, The Beach Boys y Bob Dylan, a la banda de John Mayall con Eric Clapton y varios otros que aquí se verán.
Ese disco de John Mayall & The Bluesbreakers con Clapton todavía destaca como una influencia duradera en la historia internacional del blues y el rock, según me dicen los dedicados expertos. En la portada del disco de marras, Clapton lee un ejemplar abierto de la icónica historieta británica The Beano, lo que ha dado la pauta para que mucha raza refiera este álbum como “el álbum Beano”, por eso en la revista citada se lee: “En su 50 aniversario, aquí les mostramos cómo devino la existencia de Beano, y la cabeza mayor dice: ‘Nacimiento de The Beano’ (una coloquial referencia al disco)”.
Entre un río de comentarios se delinea la figura de Eric Clapton, el principal protagonista del recorrido (cómo no, siendo una de las figuras más respetadas en la escena de entonces y de hoy). Era pues obligatoria la presencia de los Yardbirds: son los inicios de Clapton al lado de Chris Dreja, Paul Samwell-Smith, Jim McCarty y Keith Relf. Igual se reseñan las obras de ese año, el A Hard Road de Mayall & The Bluesbreakers se publicó en 1967 pero lo trabajaron en el 66 de ahí su aparición en esta cobertura, con John Mayall los Bluesbreakers son Peter Green, John McVie, Aynsley Dunbar y John Almond.
Los Yardbirds son pioneros en “la invasión británica”, sus inicios datan de 1963 y ya entonces establecieron una correspondencia con los bluseros norteamericanos, de ahí que se decidieran por ese nombre para la banda, era un mote, una referencia a los vagabundos en los patios del ferrocarril y al mismo tiempo quisieron honrar a Charlie Parker. En un ensayo de George Gomelsky, quien fue en una época su productor, se destacan los movimientos al interior de Yardbirds. Desde octubre de 1963 Eric Clapton forma parte del grupo, en 1964 se posesionan del escenario europeo y en la intensidad de acontecimientos el blues recorre las diversas agrupaciones que crecen como hongos; Clapton deja la banda para formar Cream, fue sustituido por el entonces desconocido Jeff Beck, luego el bajista es reemplazado por Jimmy Page (nada menos); Beck en 1966 busca nuevos horizontes y Page deja el bajo y pasa a ser la guitarra principal, trabajan en un denso rock psicodélico mezclado con R&B y luego truenan. Page forma una nueva banda, The New Yardbirds que enseguida deriva al nombre definitivo: Led Zeppelin.
Pero estamos en 1966, Eric Clapton está bien metido con el blues de Robert Johnson cuya impresión lo hizo buscar algo tan poderoso como esa música que lo influenciaba eléctricamente, que era “un shock” (según sus propias palabras), lo imantaba tanto que se quedaba pegado.
Johnson es un abrevadero para grandes monstruos de la escena del blues-rock, entre otros muchos atrae a Dylan a Johnny Winter, a Hendrix, Led Zeppelin, Rolling Stones, The Band, Jeff Beck, pero de manera especial a Clapton, quien por cierto en 1986 le hizo un singular homenaje al grabar y producir un álbum con las canciones más emblemáticas de Robert Johnson: Me and Mr. Johnson.
Clapton pasa por entre la banda de John Mayall y enseguida forma Cream, un supertrío. Con él tocan Jack Bruce y Ginger Baker y la arman en grande.
Antes de enfocar a Cream, hay que mencionar que por entonces Jimi Hendrix es un factor importante en la formación de Eric Clapton. Hendrix recorrió los escenarios de Londres en 1966 y los músicos representativos de Inglaterra iban “con gran expectación” a sus conciertos, dice Dan Green en una publicación londinense de esa época llamada White Road. Iban a escuchar a Jimi Hendrix The Beatles, The Rolling Stones, Pete Townshend y, entre otros, Eric Clapton. Una línea de Green destaca que poco tiempo después Clapton es considerado el mejor guitarrista de Gran Bretaña y para entonces rivaliza con Hendrix, quien innovaba en la forma de tocar la guitarra. Dos gigantes con guitarra.
Otra leyenda del blues, Gary Moore, subraya en el reportaje del The Blues Magazine que Clapton “influenció a mucha más gente de mi generación, para que se metieran al blues, como nadie más”.
Pero volviendo párrafos atrás, Eric Clapton visita por primera vez Estados Unidos con Cream, donde graban y brindan conciertos, en pocos meses se convierten en el supertrío que convence con su virtuosismo a toda Europa y Estados Unidos (México incluido en ese paquete, por supuesto). Sus solos de batería y guitarras e improvisaciones en sus conciertos son legendarios. Se dice que esos tres grandes redefinieron el rock para irlo haciendo clásico con sus características improvisaciones instrumentales de blues y jazz. Sin embargo, tronaron pronto (había una gran tensión entre los tres —Clapton, Bruce y Baker— que haría cortocircuito), pero generaron una corriente inagotable.
Eric Clapton, impetuoso, forma otro súper grupo: Blind Faith, con Steve Winwood, de nuevo Ginger Baker y Ric Grech, pero pegan y se van. Luego Clapton hace una gira con Delaney y Bonnie Bramlett y tras eso se lanza de solitario. Pero esto es una historia ya muy sabida.
Volvamos a 1966. El rock se entrelaza con el blues, se robustecen sus raíces y florece el portentoso árbol. Aparece Them Again, el álbum de la banda irlandesa Them con Van Morrison como líder y cantante, dejan su marca. The Rolling Stone se consolida con Aftermath, cuyo contenido —completo— por primera vez es creación de Mick Jagger y Keith Richards y es un disco enriquecido por el genio de Brian Jones. El periodista Charles Shaar Murray hace notar el nuevo pavoneo de los Stones, sus características, dice, poseen una mezcla sin par de nobleza y violencia.
Pero en ese año (toma nota, hace cincuenta), Small Faces es un grupo característico de la invasión británica que pese a ser uno de los más importantes del “mod británico”, ese movimiento subcultural de la revuelta juvenil de los sesenta, ha merecido una atención de culto que lo mantiene en páginas como las del The Blues Magazine. Ellos fueron una de las primeras bandas que en Inglaterra se convirtieron en psicodélicos, y aunque solo existieron cuatro años alcanzaron a convertirse en representativos del mod, rivalizando en eso con The Who. Sí, son leyenda aparte, fueron liderados por Steve Marriot, voz y guitarra, Ronnie Lane al bajo, Ian McLagan en el órgano y Kenney Jones, baterista que también luego formaría parte de The Who. Todo este material está online, es fabuloso tenerlo.
En 1966 The Animals, la banda de Eric Burdon, se disuelve no sin antes dejar su huella, ellos se habían hecho de un blues eléctrico que les identificaría y, un año después, Burdon convoca de nuevo y forma Eric Burdon and The Animals… estos dejan atrás el sonido R&B y se meten al rock psicodélico.
También están The Butterfield Blues Band, banda de Paul Butterfield que se origina en 1965 con su disco homónimo y buscan representar el llamado Chicago blues, siendo sus notables intérpretes. Sacan otro disco titulado Blues Band y en 1966 Butterfield.
Desde luego la presencia de The Who es impresionante, ofrecen un sonido experimental en su A Quick One (que tú traducirías como “un rapidín”), corre 1966 y este es su segundo álbum, un año antes habían lanzado My Generation, su obra va del rock al rock psicodélico… no sé por qué los editores (del The Blues Magazine) los meten en este círculo, supongo que porque es sabido que abrevaron en los vertederos del blues.
Cómo dejar fuera de esta cobertura el Blonde on Blonde de Bob Dylan (¿eh, verdad?, ahí está tu Bob que viene del folk). En 1966 Dylan ya está manejando su séptimo álbum; para ese disco solo una canción lo convence luego de diez sesiones en Nueva York, se trata de “One of Us Must Know (Sooner or Later)”. El cantautor (como seguramente sabes) se va a Nashville, Tennessee, donde encuentra la vena fructífera y saca este disco y, como dice el que te dije, Dylan este año, con este disco, consolida su inclinación hacia el rock y el blues, al tiempo que exploraba nuevos registros musicales hilvanando el country y el rock… en sus buenos, buenos momentos.
Entre otros muy variados personajes, entre ellos cantautores de folk, poetas, rocanroleros, escritores e intelectuales Dylan, como Clapton, como esos otros tantos, recibe la influencia de Robert Johnson, ese cantautor de blues, guitarrista de Misisipi conocido como el Rey del Blues del Delta. ¡Que viva el 66!
Nota del editor: Si no es un reportaje el borrador de Lucrecio Petra sí alcanza el rango de reseña, sin duda; esa celebración de 1966 es una especie de homenaje al blues que hace 50 años inspiró a los principales grupos de rock, mayormente británicos, incrustándose en sus piezas (hoy muchas de ellas rarezas) y ensalzando su virtuosismo. RCG