Lencha
Camina Lencha por La Alameda
con la mirada caída, tantas desgracias
en su camino, tanta tristeza en su vida.
El aire sombrío de la viudez
le ha arrebatado su candidez,
son cuatro crías bajo sus alas
las que quedaron desamparadas.
¿Qué hará Lencha? Joven bonita
mas sus ojeras afean su carita
y su mohín de abatimiento
ha ocultado cualquier contento.
Solo el Pancho se ha percatado
que hay gran presencia en su apariencia.
Mas pobre Pancho, viudo también
son seis sus hijos y serían diez.
De valor se arma y le pide a Lencha
que sus destinos viajen unidos.
La pobre Lencha tan abatida
a tal propuesta accede rendida.
Pasan los meses y nace el trece,
habitan todos a’ca una tía
pasan afanes, pasan jornadas
las crías siguen sus alboradas.
Hasta que un día le dice Pancho
ahora regreso voy por cigarros.
Y hasta la fecha la pobre Lencha
sigue esperando que vuelva Pancho…
Chole
Hace ocho años arribó Chole
y no he podido decirle adiós
se ha instalado en su traje de hule
me ha quitado la fe en Dios.
Con sus enaguas nubla mi vista
envuelve todo en desesperación
mi vida llena solo de aristas
no veo campiñas, ni días con sol.
Continúa Chole libre y contenta
pasea sin rumbo en mi habitación
llena rincones, pinta paredes
está en los pliegues de mi colchón.
Me he acostumbrado a su perfume
a sus cabellos negros sin luz
a su andar lento, interminable
a su presencia fría y sin paz.
Mas pobre Chole no se percata
que en mi interior ha nacido un sol
gracias a ella caí en la cuenta
que el universo es mi canción.
Gracias a Chole y sus silencios
mi corazón cerró el portón
a anhelos vanos, falsos, mundanos
se asoma el sol por mi balcón.
Ya no permito que su rebozo
cubra mi rostro, ni mi cabeza
cambio a Chole, por luz en gozo
bebo el néctar de la grandeza.
Ahora Chole por La Minita
se sienta sola en un rincón
a esperar horas que alguien la invite
un trago fuerte de buen sotol.
Le dé refugio, la lleve a casa
e impregne Chole con su amistad
patios, zaguanes, cuartos y salas
y su hogar llene de soledad…
Piñata
Y tú creías que con colores admirables
y el engaño de los pecados capitales
voy a olvidar el legado de mis dioses
de ser un dios deambulando entre mortales.
Y tú creías que con engaños crueles
de la vergüenza, la culpa y hondo miedo
voy a olvidar mi herencia de laureles
de estar en Dios sin necesidad de un clérigo.
Y tú creías que con la lección de la piñata
con sus siete picos de perdones anhelantes
voy a olvidar que la libertad es toda
solo basta con creerla firmemente.
Y tú creías que como pueblo me la creo
a tu llamada evangelización tonta
voy a olvidar que soy águila en vuelo
enseñoreando mis tierras con mi manto.
Y tú creías que con dulces y naranjas
ibas a callar mi espíritu guerrero
buscador de tesoros encubiertos
el Santo Grial encuentro en mí escondido.
Y tú creías que solo tú sabías
de metafísica, de chacras, de energías
mientras ocultas la verdad en colaciones
entre cantos de niños y de frutas.
Y tu creías iba a olvidarme de los días
de saludarnos en la librería Cristal
de Conny Méndez sabíamos que leías
te seguí el juego en Santiago Catedral.
Y tú creías que por ser sacerdote
voy a besar tu mano reverente
voy a olvidar que también tengo el poder
de bautizar en el Espíritu Santo.
Y tú creías que el ardid de la piñata
va a distraer mi vista de los dioses
para quebrarla y tirarme por los dulces
mientras disfrutas mi opulencia despojada.
Ahora sé, no existen los pecados
la piñata yace arrojada en una esquina,
soy consciente de ser creador alado
voy cocreando de la mano divina.
Mientras tu hábito se va desvaneciendo
deshaciéndose en su existencia fatua
quieres salvar a quien ya está salvado,
paradigmas romperé en cada piñata.
Aniceto Picón
Señorcito faz de pingo
acicalado elocuente,
amante de los albures
y de los chistes picantes,
jugando vas por la vida
con travesura y lascivia.
La chispa de pillería
te acompaña en el día,
en tu muñeca derecha
un relojito de Mickey,
portas en tus calzones
caricaturas de Snoopy.
En la Plaza de la Madre
el preámbulo a escondidas.
Sexo es igual que comida
te satisfaces y olvidas.
Irreverente a las reglas
respetuoso con las damas
con la Biblia como anzuelo,
las conquistas y te escapas.
Si se te niega el deleite
exiges como un chiquillo,
indefenso como niño
siempre requiriendo auxilio.
Encantos vas acechando,
huyes antes del reclamo
de los huateques temprano.
Insólitas magias haces,
maravillando a la gente
al salir presto volando
cuando en cisne te conviertes.
Armando Ortiz Valencia
Rubéno Hernández Hernández
Rosa Irma Narváez Nieto
Adriano de San Martín Costa Rica
Gustavo Barrera Calderón Chile
Ana Romano Argentina
María José Mures España