La puerta del infierno la trajo Pedro, una tarde de aburrimiento, al pequeño pueblo minero. Al instante se presentaron dos espíritus. El primero advertía que dejaran el juego y corrieran ante el sacerdote de la parroquia. El segundo preguntó si querían conocer el futuro. Marcia tuvo curiosidad. Marcia y Claudia son hermanas, Pedro y Glorland son amigos. El espíritu le dijo a Marcia que moriría el sábado a las 2 de la tarde en Managua. Marcia se asustó, pero a los días olvidó la profecía.
En el periódico se lee que a las 2 de la tarde se produjo un aparatoso accidente entre dos vehículos; dos personas murieron. Marcia murió al instante, y un bebé que llevaba una pasajera de a raid cayó en los brazos de Claudia sangrando por la boca y los oídos. Marcia hoy tendría 32 años.
Los muertos siempre están dando la espalda a los vivos. Esteban sabía que en la casa de tres pisos en Granada la bisabuela andaba penando. El espectro se miraba subiendo las gradas o atravesando las paredes hacia el cuarto donde dormía en el segundo piso.
Esteban sintió tanta curiosidad que el día que el fantasma de la bisabuela estaba sentado en las escaleras él se detuvo aun cuando siempre se le advirtió que nunca mirara hacia los ojos.
Esteban está internado en el manicomio de Managua guardando el secreto del infierno de la bisabuela.
—Debe ser terrible ser un fantasma —dijo Alina a Gustavo, amigo desde la infancia, mientras tomaban un café en el comedor.
Gustavo escuchó los pasos de unos niños.
—Prefiero pensar que no hay vida después de la muerte, porque debe ser terrible mirar demonios a tu alrededor y vivir ese castigo eterno, o la zozobra de un castigo peor —continuó diciendo Alina.
Gustavo volteó atrás, luego de escuchar la conversación en lengua desconocida de dos niños que venían del cuarto y se perdían en la sala. No había nadie. Comprendió que también es terrible vivir en una casa junto a fantasmas.
Fanor nunca comprendió el significado de su existencia. Pasó los primeros años de su niñez en orfandad, viviendo en la inclemencia de las calles de la capital. Aprendió desde joven el arte de la estafa. Y de adolescente la rítmica de la música de la calle. El día que asumió las responsabilidades familiares, fue luego de la noticia de que sería papá. Nunca maduró a conciencia. Quería ser un artista famoso. A veces rapeaba canciones en las ferias. Ayer leí en las noticias que optó por el suicidio luego de una riña familiar.