En esta tercera y última parte de la entrevista con José Kamuel Zepeda, se
abordan cuestiones relacionadas con la música mexicana, la influencia
mutua entre los creadores y, en particular, su labor como docente
Luis Rico Chávez: Algunos músicos, como Silvestre Revueltas, se nutren de nuestras raíces prehispánicas.
José Kamuel Zepeda: Sí, Revueltas, Chávez, Rolón… Uno de sus recursos es el uso de ciertos instrumentos, como el teponaztli, la trompeta de caracol, algunas sonajas. Básicamente el timbre de estos instrumentos prehispánicos se incluyen en la orquesta sinfónica y tenemos obras como La noche de los mayas de Revueltas, que incluye una sección de percusiones prehispánicas sonando al lado de las tradicionales de la orquesta sinfónica. O se toman los sones o la música indígena de la tradición oral. Rolón y Ponce y muchos otros, como Miguel Bernal Jiménez, de Michoacán, quien se nutre de toda la música de su estado, tiene toda esa influencia. Cada compositor se va nutriendo de lo más cercano de la música de su región o de su estado. Esta influencia se da de muchas maneras: incluir los temas tal cual, o haciendo un arreglo o una apropiación; ahora le dicen homenaje, para que no suene a plagio [ambos reímos]; hay que saber hacerlo, y hay maneras…
LRCh: En música, si cambias una nota, ¿ya se trata de otra pieza?
JKZ: No, hay ciertas reglas, hay formas de hacerlo para que no sea un plagio.
LRCh: Borges tiene un cuento en el que sugiere que si cambias una letra ya es otra historia.
JKZ: No, aquí tendríamos que considerar pasajes un poquito más largos; ninguna de las artes es ajena a la influencia, o a la coincidencia incluso. Es muy diferente tener la intención de realmente plagiar, copiar.
LRCh: ¿Entonces un homenaje significa que yo reconozco la calidad del músico, del compositor, y hago una variación?
JKZ: Exactamente. En música tenemos, como forma o género musical, el tema con variaciones. Eso lo han hecho todos los grandes compositores, como Paganini… Rachmaninov hace una rapsodia sobre un tema de Paganini, y así hay muchos ejemplos en que se le da el crédito a la obra original; es un tema con variaciones, y es perfectamente válido; se trata, pues, de la manera de hacerlo, eso marca la diferencia. No puede ningún compositor permanecer ajeno ni a su entorno ni a las influencias de otros compositores de otras épocas, y eso es tan reconocido que se le llama nacionalismo, una corriente presente en todos los países, que da materiales para trabajar, para desarrollar la obra. Un compositor de eso se nutre. Hay quien lo hace más exacto, más literal que otro. Silvestre Revueltas no tomaba ningún tema en particular, pero tenía toda la influencia de la música indígena, y suena y juega mucho con los sonidos de la banda sinfónica de pueblo, y hasta se burla con ciertas disonancias, con ciertas desafinaciones presentes en sus obras, pues procura recrear lo que oía de niño de las bandas en su pueblo. Te cuento sobre un descubrimiento reciente: Gabriel Pareyón me comentó: “Encontré que tal obra es el inicio de la marcha Ecos de México de Clemente Aguirre”. Me sorprendió, y me di a la tarea de escucharla y efectivamente en un pasaje prácticamente suena la introducción. ¿Cómo nos explicamos esto? Porque los compositores no se conocieron, las épocas no coinciden. ¿Entonces cómo suena ese tema en otra obra, un tema del siglo XIX nos suena en una obra del siglo XX de Revueltas? Yo creo que él de niño escuchó esa marcha en el quiosco de Guadalajara; está documentado que vivió aquí un tiempo, yo creo que la escuchó y se le quedó ese tema e inconscientemente lo repitió; me parece un caso muy muy interesante de cómo ni siquiera se puede tener la intención de hacer una variación y esa influencia resurge en algún momento, inconscientemente incluso. Yo lo resumiría como influencias y coincidencias en la música que tarde o temprano van a aflorar.
LRCh: Me gustaría que habláramos sobre la enseñanza musical. Usted, como maestro, ¿cómo transmite el gusto por la música a las nuevas generaciones? ¿Cómo lo reciben y cómo repercute en la sociedad?
JKZ: Tengo 28 años como docente en el Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara. La primera clase que impartí se llamaba Música mexicana; trataba sobre compositores mexicanos y la historia de la música en nuestro país; esa materia más adelante se pasó al nivel de licenciatura. Después me dediqué a los coros, a materias relacionadas con los conjuntos corales, y por azares del destino terminé en el Departamento de Artes Escénicas enseñando la materia de rítmica a los alumnos de la carrera de Danza y otra materia de canto complementaria para los alumnos de la carrera de Teatro. En todas estas materias que imparto siempre hablo de mis experiencias, siempre transmito lo que me funciona, lo que no me funciona, lo que he vivido. Creo que de esa manera he logrado transmitir el gusto por el arte, la disciplina, el mundo de la música en general, a veces con más organización o de una manera más sistemática. Por ejemplo, participé en un programa de una asociación civil, Con Arte, de la Ciudad de México, que tenía como objetivo prevenir la violencia, el cual se estableció en escuelas primarias y en las colonias más marginadas de Guadalajara, con la intención precisamente de prevenir la violencia a través de la música; incluía programas de canto, de grupos instrumentales, de danza, donde yo participaba como pianista acompañante; en este caso teníamos los programas y los objetivos más estructurados y era más claro lo que perseguíamos y la manera de lograrlo. En otros niveles que me ha tocado participar, como el preescolar, en el que trabajo actualmente, a través de todo tipo de juegos, de manera muy lúdica empiezo a transmitirles el gusto por la música a los niños, enfocándome en los beneficios y en desarrollar todas las inteligencias a través de la música, pues están comprobadas todas las ventajas de esta enseñanza. Me ha tocado estar en todas las áreas, en alguna época o en otra; he trabajado con gente de la tercera edad, formando coros. En cada nivel cambia un poco la forma de hacerlo, los programas, la forma de transmitirlo; pero la intención siempre es inculcar los valores a través de la música, desarrollar ciertas áreas con ciertos objetivos; creo que así podría resumir mi labor en la docencia. Esta labor también la desarrollo en mis conciertos; sin excepción, yo hablo con el público sobre lo que voy a tocar: antes de interpretar una pieza hablo sobre el compositor y su obra, sobre lo que va a escuchar el público; de esa manera he logrado transmitir, y creo que mejor todavía, lo que quiero enseñar, porque preparo un poco al público, lo engancho con lo que va a escuchar. Me parece que en eso resumiría mis 28, casi 30 años de labor docente no solamente en la universidad, sino en otros niveles.