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Poder mental

Marvin Salvador Calero Molina Nicaragua


Poder mental (I)

A veces pienso que el poder de la telequinesis debe existir, si partimos de la idea de que somos semejanza de un Dios capaz de mover el universo y crear la materia, la luz y la oscuridad. Luego de probar por años infructuosamente todas las posibilidades, concluí que si se crea fuerza en la mente puede ser trasladada esa energía a las cosas. ¿De qué manera podría ser posible? Años atrás, sostuve una discusión con mi novia. La furia se apoderó de mí, y pensé que esa furia podría redirigirla hacia una bujía de 100 voltios del porche de una vecina. Nos fuimos de ahí sin lograr mi cometido.

A los pocos días la vecina nos contó que, momentos después de que nos marchamos de la esquina, el bombillo estalló.


Poder mental (II)

Santiago escribía en la computadora sobre el desayunador de la casa, y Henry estaba sentado en el catre de la sala donde dormía. Hablaban del espíritu con poderes de mover objetos y producirte parálisis de sueño. Santiago tenía una botella vacía de gaseosa. Continuaron la charla. Mientras escribía intentó mover la botella con el pensamiento; presionó dentro de sus sentidos y dejó fluir la energía evadiendo pensar en sus deseos.

La botella se meció en forma de trompo; ambos observaron el fenómeno. Sonrieron y la botella volvió a su sitio.

Henry es ateo, y aún no encuentra explicación lógica al fenómeno.


Avisos desde el más allá (I)

En el barrio, Filomena padecía cáncer terminal de colon; hacía siete años que estaba desahuciada. Un naturista la mantuvo con vida durante esta temporada con un tratamiento a base de serpiente cascabel. Tomaba las cápsulas a diario, hasta que llegó el momento de la fatalidad. El día había transcurrido en relativa calma, aunque los vómitos no cesaban. Veinte días habían pasado desde su última crisis en el hospital de Nuestra Señora de la Asunción. Lo único que la mantenía con vida era el agua de coco que tomaba a diario. La creatinina se había alterado por la metástasis hacia su riñón derecho. La apnea resultó tan desesperante que fue trasladada al puesto médico del pueblo. A las dos de la mañana dio la lucha por la vida, y luego pidió agua y durmió. Su hija estaba a su lado. Pensó que la crisis había cesado; la doctora de turno volvió a las cuatro de la madrugada, luego de un parto. Al revisar a Filomena se percató de que no tenía signos vitales; escribió en la hoja de defunción 4:00 A. M., paro respiratorio. A las dos de la mañana Filomena se sentó en la cama de su ahijada. Su marido, al despertarse, miró un destello de luz color verde. La ahijada sabía que algo pasaba con su madrina. Hasta el día de hoy se desconoce la verdadera hora del deceso.


Avisos desde el más allá (II)

Laura recién había cumplido 15 años, y fue invitada a la fiesta de graduación de su amiga Jimena. Laura lucía hermosa ese día, como cualquier chavala de su edad; no comió en todo el día para que el vestido se ajustara a perfección. Bailó como la princesa de aquella fiesta todas las canciones de moda. En plena pista Laura cayó desmayada. Sus amigas pensaron que fue de la emoción de bailar con el más apuesto de la fiesta. El conjunto musical paró unos momentos y luego continuó como si nada ocurriera. Al llegar al centro de salud del pueblo el doctor de turno, luego de auxiliarla, comunicó a los familiares que estaba muerta. Se trató de un accidente cerebrovascular fulminante.

Una semana antes había prometido a su primo Raúl, en broma, despedirse el día que muriera

Raúl soñaba con Laura minutos antes de que su madre lo despertara. Cuando recibió la noticia a Raúl se le erizó la piel.

Laura cumplió su promesa aquella madrugada.


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Miguel Reinoso in memoriam

Luis Rico Chávez


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Cantos desde el puerto

Miguel Reinoso López