Desde el perchero del olvido,
en la antesala de un histórico edificio de la capital,
cuelgan los sueños de hermosas mujeres
que un día decidieron ajustarse sus faldas,
ponerse tacones, pintarse los labios color palo rosa,
sacudir sus cabellos y caminar por las calles de la ciudad
sin pensar que verse bonitas sería su sentencia de muerte
y no volverían nunca al hogar.
Mientras sean ciegos con ojos de injusticia
¡el mundo no cambiará!
Tiemblan las voces de las conciencias
mientras, en su confort, duerme el sueño de los justos
y nada hacen por salvar vidas.
Mujeres que alegraron los días de todos aquellos seres
a los que amaron.
¡Triste realidad y hoy muertas están!
¡Asesinos sin compasión!
Familiares y amigos hoy lloran y rezan por el alma
de quien en vida fue una digna mujer.
¡Reestructuren las leyes!
¡Exigimos justicia!
No sigan dormidos en los laureles de su indolencia.
Hagamos todos un mundo mejor.