Los harapientos árboles se olvidan del verde ido
esculpidas en la víspera del invierno
las múltiples formas de los días
hirsutas se abrasan desde los troncos
a cada nuevo hachazo de los vientos
Nos adentramos hacia el río de piedras de donde hemos partido
Los harapientos árboles extienden sus raíces
de sus voces queda un murmullo en el suelo
pisamos eludiendo sus áspides
pisamos ocres rojas
y amarillas hojas
Yerto paisaje del páramo de la profanación
de sus párpados de arcilla brotan gualdas exhalando los indicios
Deshilachados nidos vacíos
en la crispatura de las ramas coronan la decapitada memoria
el musgo como vestigio
la escarcha como un lienzo de novia olvidada en el frío
cae hasta el barro
más allá la niebla como un velo en jirones se revuelve
la noche levanta lentamente sus faldas
Los harapientos árboles hilvanan su ansiedad en el llanto neblinoso
Los harapientos árboles abren sus fauces
voz de viento
aullido de silencios
Los harapientos árboles miran caer sus últimas alas muertas
Los harapientos árboles mendigan lucidez a la luna
Los harapientos árboles desmedidos tejen su disección
desmemoriados muertos de frío
confunden nuestro paso con el vuelo de aves infieles
Nos adentramos hacia el río de piedras a donde hemos de volver
Los harapientos árboles crepitan en la noche su desnuda osamenta
Loa harapientos árboles alucinan el incendio del bosque
sueñan cataratas de pájaros
rayos de sol
su falta de razón disemina los insomnios
sus descarnados dedos reciben de la luna un puñado de recuerdos
convertidos en rocío
Con el alba escuchamos el rumor de la oquedad
el nacimiento del sonido
la procedencia del grito
la palabra original
el linaje de nuestro canto
El día comienza bajo promesa del nuevo encuentro con la noche
las nubes son el puente de una memoria a otra
las lluvias son columnas de recuerdos
la claridad es la abstinencia del olvido
un silencio y otro silencio humedecen la afirmación del deseo
la oscuridad es el cofre de todos los secretos
la soledad se ha puesto a cantar.
Caminamos sobre el río de piedras de donde no hemos partido
Guanatos: río de piedras, calidoscopio de nosotros
espejos en su corriente pétrea
la luz de un rayo delirante se hace añicos en sus entrañas
río de piedras estatuas rotas
brazos, pechos, ojos sin órbitas, ojos cerrados
manos de ahogados, muertos desenterrados, sueños del pasado
imágenes de los ciegos
los párpados cubren la verdad,
la protegen en el regazo oscuro de las ojeras
voces de las grutas, calaveras en un abrazo cóncavo, entrañas vacías
el eco de su paso lo repiten las nubes cuando crujen
pedazos de calles, de edificios, de cielo
postales sin fecha
formas de ciudades perdidas
todo se encamina hacia el desierto
agua de polvo pronunciado desembocarás en la arena
río de la desolación, río de piedras, agua de polvo pronunciado
desembocarás en la arena.