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Mutismo

Francely Navarro Nicaragua


Mutismo

Debajo del silencio existe un eco sordo,
quedó sordo de tantos gritos, hondas quejas
de esas voces que hacen fiesta mientras
el sueño carcome la noche, el día,
la vida misma…
aquí que no venga la risa
a plantarse en medio de la habitación,
que se vaya la luz,
que se derrumben las bases
de este cuerpo que sólo recuerdan las
estrellas y los universos rojos…
se acerca la palabra, azarosa
y a punto de dormirse sobre mis pupilas,
dormirse para siempre,
sin escuchar a las sombras
que me piden que hable.


Gestación

No nos dijeron que sería así;
esta constancia, este repetir de horas
bajo el cielo que todo lo olvida,
el corte umbilical y luego el llanto
y después... también el llanto.
La caricia en los labios que
dejó el seno materno,
la costumbre de calidez
y compañía en días de
olvido, abre las compuertas
del llanto y no hay calma
que calme tanta agua
revuelta en mí.
Después de ella
sólo me aguarda el vacío,
y he de morir anhelando
me acune de nuevo
en su regazo.


Los dos, los mil

Nunca es blanco, ni gris, ni de ningún color,
siempre se aventura a lo imposible
y las voces que llaman a los viajeros
son más boscosas que un dios
enojado una mañana sin fe, está solo,
está vacío en su habitación de ideas
y yo que soy todas las frases
de su lucha, me congelo bajo
los párpados rojos de su necesidad,
le llama el humo, la dicha
momentánea de los lobos
cuando muerden carnes y secretos…
ahí están, los dos, los mil negando el acabóse,
evitando la verdad de la muerte próxima,
cerca, muy cerca de los barcos destinados
al naufragio…


Anteayer

Aprender:

la brisa de las
mariposas...
el baile
durante el destiempo...
melodía alegre
en evento mortuorio.

Tus ojos
niño vivo...
honor
a la gaviota
que no sostuvo
su nido
en lo alto.

Fortuna de la tinta,
estrella con tu nombre,

allá lejos renace
la bestia
más hermosa.

Tus pies como
medusas en mi
vientre.

Aprender a leerte
sin sentido,
bueno como
un pétalo
de niebla.

Paz que no
se ve si no
se planta...
profunda calma
posible calma.
Mañana es el día de la hora.


Blasfemia

Tiembla la espuma
de Dios
cuando el metal
de la muerte
se apodera
de la risa.

Dios está
sentado
con los pies
hacia arriba,
flota su cabeza
y sueña
uniformidad.

¡Boom! de sus
silencios,
brazos reventados,

almas de
margaritas
de la edad.

Un abuelo
polvoriento
con su mano
arquitectónica.

Palabra...
fotografía
alzada en
terremoto
humano.


Hoy

Desde mañana
podés arrancarme
los castillos que
construyo en tu
nombre cada año
y aventar
las ganas de
encontrarnos algún
día en pleno invierno…
podés hacerlo.

Ya no buscaré
respuestas debajo
de tus frases con
sabor a música que
sólo me cantan
próximas despedidas.

Una ventana
abierta que nunca
te escuchará venir,
ni dibujará
tu silueta en las
puertas de mi vida,
por fin cerrará
los ojos.

Y desde mi universo
sentiré sin morir
tus círculos, tus
eternos triángulos,
tus temores de agua,
y tus manos de fuego
preparando la era
imposible en que
dormiremos juntos…

todo eso lo haré

desde mañana…


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