Segadora del día.
Se te va la vida
en cosechar tiempos de trigo
y manojos de sol.
Ave equivocada.
Ardes con el crepúsculo
y las llamas no te sacian.
Por eso las hojas del deseo
te amurallan y socavan;
subsistes, imperas como la hiedra.
Eres dueña del tiempo primigenio,
por eso galopas en estado salvaje
entre repique de senos y bocanadas de ocasos.
Invitadora del fuego.
Parece como si siempre te revolcaras
en una hoguera de madreselvas.
Amazona del viento.
Se te va la vida
en
hospedar alfiles y apagar incendios.
Sin ser ungido
te vistes de cardenal.
Quisieras votar
en cónclave
para elegir Papa.
Eres púrpura
en las alas del viento.
Eres transfusión
de vida
en el ramaje.
Enreda tu canto
en mi enramada
para que siempre
anide en ella
la alegría.