Vi lo que no vi
pero el ojo?
Precisó.
Ojo siempre madurándose al mirar
el pájaro agoniza lentamente sobre el tejado de zinc de la Casa Salvaje
mientras las últimas imágenes le salen del ojo
otrora el vuelo
átomos invaden
las elipses del silencio
porque no es piedra
la que calla
sino árboles oscilando contra
una pared
que flota
equidistante
de los naipes temblorosos
de la orilla
pudiera pensarse
que es mediodía
pero no lo es
aunque lo diga
la barriga del reloj de la torre
sin embargo
la intuición es aquí
un iceberg garbosamente errado
en la tráquea del limón
que no amanece
y los signos traspasan
los tramos del aire
se oye
el incesante
ulular intermitente
de gallos confusos
se oye
incesante
el gañir de bicicletas
que vuelan
por las calorías
del crepúsculo
traficando semáforos maduros
no bastan
brazos embadurnados
de hormigas preguntonas
en la congoja
del punto roto
o la inexacta
cantidad de alfileres
trenzadas al demonio público
los aperos espulgan
la sangre de humo
en el abismo circunflejo
de la luz silvestre
oh
cuánta línea entrecortada
hay
en el escarabajo
abajo
hay pistolas
que husmean tornasoles
arriba
se esparce
la ruda transfixión
de las cerezas
el simulacro
ya no rueda
en el celuloide imantado
la llama devorante
llega a la sombra
y en el ojo vacío
entra victorioso
un abismo de espejos