¿Qué opinas del clima?
Está bien cabrón, ¿no?
Mi mamacita, en paz descanse, Dios la tenga en su gloria, solía decirme que mi abuelo siempre usaba un chaleco, que se lo ponía al salir de casa a las 8:00 y se lo quitaba hasta llegar, unas veces a las 3:00, otras hasta las 11:00 de la noche.
Un paraíso, ya sé.
Mírate nomás. Hace unas horas traías dos sudaderas sobre una camiseta de manga larga y hasta una bufanda y tu gorrito. Ya ni aguantas ahorita los pinches rayos del sol, ¿edá?
No, ni yo, por eso uso este sombrerito. Ta retebién jodido, pero mira qué resistente me salió. Ya se me afigura que al rato voy a necesitar una chamarra también, porque ya en la noche sí se pone medio fresquecito.
¿Gustas? Traigo una manzana. Está bien gorda, ira.
Mi sobrino que estudia me dijo que las inyectan y que por eso crecen. Yo le dije que por qué no lo inyectaban a él, ya ves que está bien chaparro chaparro, el hijo de la fregada, por eso desde chamaco se le quedó el apodo del Nene.
No, vieras, salió bien inteligente el chavo. Nombre, mi hermana da brincos y le brillan los ojitos cuando habla de su Nene. Dice que hasta nos va a sacar de pobres, ¿tú crees?
Pos quién sabe, a la mera hora y sí, pero pos mientras uno tiene que chingarle duro a la chamba.
Hablando de eso, ¿qué sabes de Rodrigo? Quezque se metió con los narcos, me dijo el Pánfilo.
¿A poco sí? No, si yo desde que lo vi con los ojos enrojecidos el otro día dije: pa mí que este cabrón ya se está metiendo de la que no. Mira nomás, qué gacho. Con que no lo vayan a matar al bato, que le dejen ganar tantito billullo pa que tenga su petate bien puesto pa cuando se caiga.
Aunque si se muere o lo matan pues ahí va quedar su vieja solita, la Carmelita. No, no está nada fea, lo que sea de cada quien. Ganas no le faltan a uno de agarrarle la manita y llevarla a pasear, como Dios manda.
No, pero ya que estuvo con Rodrigo no, así no. A mí me gustan fresquecitas, de esas que suspiran por cualquier toquecito leve.
Tú tienes que ponerte bien buzo, ¿eh? Ya estás medio viejo y jodido. Al rato no me vayas a decir que te truena la reversa y que eres pu… ro corazón. No, wey, agárrate tan siquiera una chamaca, de esas que nomás andan viendo qué se siente pa calarle. ¿Y luego? Pos insista y chínguele. Faltaba más.
No obstante el diálogo perfecto entablado, la gente, entre asustada, condescendiente y precavida, no terminaba de creer cómo no intervenían policías o médicos para socorrer al pobre que hablaba consigo mismo en el ambiente tan acogedor del Parque de las Gozoservidoras.
