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Dos poemas

Juan Felipe Cobián


Sábado

Una vez caminé con los ojos cerrados
y no tropecé por pura suerte
En cosa de cinco pasos aparecí
a un costado de la sopa hirviendo

Una vez caminé con los ojos cerrados
Mi madre     que olía a jabón     me sirvió de norte
Al verme pasar quizás pensó     Este niño tonto
o     Qué se le va a hacer     es mío y lo quiero

Una vez caminé con los ojos cerrados
era entonces huérfano de oscuridades
Cuánta luz y tibieza tras los párpados
aquel día de jabón y sopa hirviendo y mamá en casa.


La pieza

El taller de las angustias
trabaja para todos sin distingos
reparte a cada cual allá en la infancia
la pieza lastimosa que le toca
(un jarrón rebosante de vacíos
una taza de peltre sin sosiego)
Suertudo quien la tiene y no se entera
Dichoso quien la rompe sin quebrarse.


Jumb22

Como perros y gatos

Fréderick Gael Coronado