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Al ritmo de este compás

Luis Rico Chávez


En el número anterior de la revista, Raúl, te agradecí por tu obsequio del libro El infinito en un junco, uno de los mejores que he leído a últimas fechas. Ahora mi agradecimiento es doble, no porque me hayas regalado otro libro, sino porque me hiciste el honor de permitirme la revisión de tu último libro: Vianey Valdez. Al ritmo de este compás.

Este libro se convirtió, sin duda, en otro lazo que reforzó los nudos de esta nuestra relación de décadas. Nos separan, me parece, tres lustros, lo que significa que cuando tú ya andabas con las hormonas de la adolescencia al tope, mis ojitos tapatíos apenas veían la primera luz. Este detalle temporal, sin embargo, nunca fue obstáculo para que nuestras afinidades se convirtieran en complicidades que nos regalaron un número infinito de momentos memorables.

Raúl

El rock fue un elemento que nos unió. Yo escuché a Vianey Valdez, por supuesto, y bailé (con poca gracia, la verdad) en más de una fiesta alocada “Muévanse todos”, y mi vida, como la tuya, se movió al ritmo de ese compás. Así que tu libro se convirtió en un regalo en más de un sentido.

Mi mente ociosa, que se dispara por rumbos insospechados a la menor provocación, me lleva a preguntarme qué fue de tal actor, escritor, músico, político, artista o malandro o cualquiera que haya tenido sus cinco minutos de fama, y a quien la vorágine de los acontecimientos y las novedades del chisme fresco borran del candelero. Hay algún detalle que lo trae a mi memoria, y repaso lo que sé de él (o ella) y relleno los huecos con las alternativas ilimitadas que pueden construir una vida.

Eso me pasó con Vianey Valdez, en alguna ocasión que el azar de YouTube reprodujo su famosa canción. Al leer tu libro ya no tuve necesidad de inventar vidas alternativas. Tú me descubriste, con una minuciosidad admirable, sus inicios, su trayectoria y aun su estilo de vida actual.

Desde luego que tu libro es mucho más que eso, lo cual también se agradece. En estas páginas no sólo recoges la historia de boca de la cantante, sino que también su esposo y sus hijos completan el retrato. Y, por si no fuera suficiente, recoges testimonios de quienes la conocieron y de muchos que la admiraron.

El resultado es que no sólo conocemos a la protagonista, sino que también recreas una época, un momento y un espacio definitorios de nuestra historia. Con todas sus implicaciones y sus matices: los grupos, los cantantes, los músicos, los productores, los estilos, las influencias… Viajas (y nosotros somos compañeros en esta travesía) por todos los rumbos que siguió el itinerario vital de Vianey. Además de la geografía mexicana (el norte, el centro, otra vez el norte: Monterrey), nos sumerges en un espacio particular: los estudios de televisión, donde surgió el programa que marcó a tu generación, derivado de esta canción: “Al ritmo de este compás”.

No tengo a la mano tu libro ya impreso, pero por todos los detalles de la producción sé que incluye un buen número de fotografías e imágenes que ilustran esos momentos memorables, además de otros tantos apéndices que permitirán a los lectores bisoños ahondar en el conocimiento de aquello que hizo moverse al ritmo del compás del rock a sus padres, a sus abuelos y no sé si también a sus bisabuelos.

En otras palabras, tu libro es un fiel retrato no sólo de Vianey, sino también de su entorno, su contexto, de ti y de nosotros, un testimonio de que vale la pena que nuestra vida se mueva al ritmo de este compás.


Jumb1

Pintura

Bertha Andrade


Jumb2

Fotografía

Alexander Bolaños Costa Rica


Jumb3

Entes

Alejandro Díaz de León Kriper