Cuando llueve, el cerro es el cerro,
el bosque se ennegrece. La humedad,
suaviza mi cabello. Yo, arcilla,
me vuelvo leche, plantas comestibles,
por el viento, invierno venidero.
Entonces, tengo hasta un poco de miedo.
Temo a la eternidad que nunca
pasa y brilla como la noche
cuando truena por todos partes, lo riega todo
y juega con mi espíritu.
A ella que es increíble como aquella
a la que sonrieron mi padre y
mi hijo, al final, hundiéndose en ella.
Diciéndole así que era más bella
que la eternidad de cualquier pensamiento.
A mí y a mis conocidos,
el caracol y la mariposa, de vez en cuando
se nos anuncia el rubor vespertino desde el cielo
detrás de Matokit:*
Cuídense,
mañana les caerá la borrasca, como hace tiempo,
cayó sobre vuestros abuelos,
desde allá.
Además, aquí, donde estoy perdido,
en el desierto sin huellas, mira cuántas postales
me envían, el liquen, el musgo:
completamente vacías,
que los glaciales estén frente a mí,
y las fresas a mis espaldas,
como siempre.
Todavía no, sino más tarde,
luego, cuando no haya
en ninguna parte nadie,
quedaré y yo sin palabra alguna:
y por eso santo, quizás,
porque seré como todo,
mudo, claro, parecido a aquel
que da.
* Matikot es un monte en el interior de la sierra de Biokovo, situado al noroeste deVrgorac (N. de la T.)
Para ti que sonríes
con superioridad
a las fuentes claras, al Eco
sobre las aguas, digo
Amada Luz,
no lo olvides.
Mi dolor, la muerte, por
la belleza a nada igual.
Y si fueras ilusión
tengo que creerte.
Para que, vacío,
no pierda
el conocimiento.