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El dilema de las cinco voces

Marcos Iván Landeros Ramos


¿Alguna vez te has preguntado qué nos lleva a cometer un crimen?

En el fondo de la mente, donde los secretos duermen, se encuentran cinco voces conspirando, susurrando, que en el momento crucial gritan, ese momento en que se nos obliga a cruzar el umbral de la oscuridad.

—¿Qué obtendremos? —pregunta la Codicia.

—Debe ser algo bueno —responde el Orgullo.

—Es malo, perverso e inhumano —impone el Amor.

—Todos lo hacen, nadie se tienta el corazón. ¿Por qué hemos de hacerlo nosotros? —comenta el Odio.

—Por los riesgos que corremos —responde la más fuerte de las voces, el Miedo.

—Si estamos en este predicamento es por causa tuya —le reclama el Amor al Miedo.

—Él sabe lo que hace, por algo lo hace —la Codicia actúa a favor del Miedo.

—¿No se dan cuenta que nuestro fin será el Egoísmo? —el Amor comienza a salir de sus cabales.

—¿El nuestro o el ajeno? —pregunta el Orgullo después de permanecer en silencio.

—El ajeno, ¡son ellos los que nos orillan a esta situación! —la voz del Odio resonaba por todos lados.

—Debemos hacerlo; ellos, allá afuera, son malvados, crueles, nos pueden lastimar mucho, pero nosotros podemos lastimarlos mucho más —la voz del Miedo era cada vez más fuerte, llegando mucho más allá que la del Odio.

—Eso no son más que figuraciones, debemos recuperar la cordura —el Amor alzó su resistencia.

—Es mejor conseguir todo lo posible; no puedes seguir, estás muy débil para continuar —le dijo la Codicia.

—Me culpan a mí, pero saben que yo no soy culpable, es él el verdadero responsable —se alzó el Miedo por sobre las otras cuatro voces—. ¡Es mejor hacerlo nosotros antes de que ellos nos hagan daño!

—Después de todo, nadie lo hará mejor que nosotros —el Orgullo comenzó a sonar más apagado.

—Ellos lastiman, ocultan, deben pagar por su estupidez y obstinación —respondió el Odio con más fuerza.

—Al final, este cruel e insensato deseo nace de ti —le dijo el Miedo al Amor—, es por ti que se pierde la razón hasta este punto.

—Tiene razón, todo obedece a tus deseos —apoyó la Codicia.

—Siempre como tú quieres —se unió el Orgullo.

—Tú nos mantienes unidos, eres la base de todo, la fuente de la locura más cruel —comentó el Odio.

—¿No es hermoso? ¿La claridad con la que ahora eres capaz de mirar la realidad? —el Miedo, a pesar de ser la voz más fuerte, temblaba ante aquello que va más allá de un sentimiento.

—Cierto —respondió el Amor con una voz fuera de lo humano.

—Todo mal es por causa tuya, yo sólo suelo ser el instrumento, la coartada para tus actos: amor al dinero, amor a la sangre, a la venganza, a la justicia —le dijo el Miedo con la misma tranquilidad.

—Para saber amar es necesario saber castigar —le respondió el Amor; las demás voces simplemente se apagaron.

—Bien sabes que eso es mentira, pero jamás lo aceptarás.

—Todo acaba aquí, a mí jamás se me culpará de algo así.

—Te equivocas, yo te culpo —el Miedo se apagó, y lo que antes fue amor se convirtió en la pasión más cruel.

—¿Me equivoco? —pregunta la sexta voz, la Locura.


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