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Asciende y así nada

Andrés Guzmán Díaz


Ve más allá del olfato, procura las tetas para después esquivar su bofetada inclemente, rechaza las cosquillas del polvo, el algodón suave y el transporte de plástico.

Ve más allá de tus uñas, no quieras desgarrar el espacio ni arrojes las lanzas de tus entrañas. Abraza las posibilidades infinitas que se agitan en el aire: motas insignificantes son tus vidas y las vidas importantes.

Ve más allá del ruido sosegado, más allá de la furia del silencio. Déjate caer en los brazos del caótico murmullo que se filtra entre las paredes, que las corroe y las sepulta. Arrúllate en los vaivenes de la travesía impoluta del rock and roll. Cabecea somnoliento el momento matutino de la memoria, pues mañana nada será menos tú.

Ve más allá del naranjo dulce y el limón partido. Rechaza el alimento nitrogenado, pululante de manchas pastosas que se hunden en la carne, que carcomen el espíritu sensible. Tiembla ante las nubes azucaradas y la luna quesadilla. Pide un roast beef para palpar el mismo pasto que pisoteó el humano pasado el primero pacto. Inhala el agua que fluye lejos muy lejos de aquella isla a la que todos juraron ir algún día. Cae, una y otra vez. Cae, agua. Cae de tu isla.

Ve más allá del ojo que vigila, de los tuertos que caminan sobre huesos y de los ciegos que certeros disparan a las golondrinas y ciertos dispensan a los buitres. Aborda el horizonte silvestre a la mitad del solsticio, entre la mierda que se eleva como espuma de Heineken y el Orión que soñó con ser un gato a medianoche. Luz muerta que se contempla siempre, por los siglos de los siglos, en la bóveda de David. Luz muerta que desciende sobre tu cuerpo para purificarlo del pecado capital. Luz muerta que antecede tu vida y proyecta la sombra de tu futuro para que sepas que aquí y allá, isla suave de algodón, estarás siempre solo.


Jumb8

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