Evaluar las competencias desde la valoración supera el tener
criterios y evidencias, así como instrumentos de evaluación
validados. Va más allá: considera el ritmo de aprendizaje
de los estudiantes, indaga sobre sus estrategias de aprendizaje,
toma en cuenta la cultura de los jóvenes y, con base en ello,
busca escenarios, ambientes y actividades, para que los alumnos
desarrollen competencias a partir de la construcción de un
proyecto ético de vida, buscando que se superen cada día en
torno a las metas vitales.
La reforma implementada en México en el campo de la educación de nivel medio superior se plantea como una propuesta innovadora para ofrecer a los jóvenes bachilleres una educación de calidad que les permita aprender a lo largo de la vida, comprender el mundo e influir en él y participar eficazmente en los ámbitos social, profesional y político; lo anterior a través del desarrollo de las competencias enmarcadas en el marco curricular común (MCC). Pero al revisar la literatura relacionada con el desarrollo de competencias se encuentran propuestas que van más allá de la incorporación de software educativo, es decir, se habla de la competencia digital y de habilidades que los estudiantes deben poseer para afrontar las demandas del siglo XXI en todos los ámbitos del quehacer humano, lo que implicaría que la RIEMS se ha quedado corta por lo que respecta al desarrollo de competencias digitales en este nivel educativo.
Por otro lado, y relacionado con el ámbito personal y social, los jóvenes bachilleres experimentan una cultura mediatizada, una cibercultura donde además de su propia identidad local, esta ahora es mezclada, hibridizada con las influencias y colonizaciones culturales provocadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lo que conlleva un consumismo mediático, una vida construida y constituida con influencias de la cultura digital (Muñoz, 2011). Lo anterior refuerza la necesidad de que los alumnos de bachillerato desarrollen las competencias digitales, misma que les permitan un uso crítico y seguro de dichas tecnologías.
Palabas clave: Competencia digital, alfabetización, TIC, estudiantes.
En el ámbito profesional y laboral, el Fondo Económico Mundial a partir del 2015 lleva a cabo un estudio denominado “Nueva visión para la educación. Liberar el potencial de la tecnología”; en el informe de dicho estudio se resalta la necesidad de aplicar las tecnologías a la educación, involucrando para ello en las políticas un rasgo tecnológico; todos en su conjunto, las autoridades educativas, los proveedores de las tecnologías y los encargados del financiamiento, comparten el objetivo de poder aprovechar el potencial de estas. En el reporte de la investigación además se resalta la importancia de que los estudiantes desarrollen competencias y habilidades que involucren el pensamiento crítico y la resolución de problemas, se incorpora el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación. Este informe del Fondo Económico Mundial sienta un antecedente de lo que se plantea respecto de la necesidad de que los jóvenes desarrollen competencias que les permitan el éxito profesional, tal es el caso de la competencia digital.
Por su parte y en este sentido, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, define la competencia digital como aquella que implica el uso creativo, crítico y seguro de las TIC para alcanzar los objetivos relacionados con el trabajo, la empleabilidad, el aprendizaje, el uso del tiempo libre, la inclusión y la participación social, además de que dicha competencia supone el acceso a las fuentes y el procesamiento de la información y el conocimiento de los derechos y las libertades que asisten a las personas en el mundo digital. El desarrollo de la competencia digital implica que se es capaz de utilizar los recursos tecnológicos disponibles para resolver problemas reales de un modo eficiente, evaluar y seleccionar fuentes de información e innovaciones tecnológicas en función de su utilidad.
Por otro lado, Pilar González García, directora general de Innovación y Equidad Educativa de la Junta de Castilla y León, en la sesión inaugural del III Congreso Internacional de Educación Mediática y Competencia Digital, celebrado en el mes de junio de 2017 en el Campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid en Segovia, señalaba que la consejería de Castilla y León, tratando de dar respuesta a la situación planteada por la sociedad del conocimiento, habían adaptado su plan de lectura para favorecer la alfabetización mediática e informacional; además, reconocía que uno de los requerimientos de la Unión Europea es que también los centros escolares y los docentes deben ser competentes digitalmente, lo que sin duda alguna representa un reto para los centros escolares españoles.
Lo anterior permite reconocer que la discusión en el ámbito internacional va más allá del desarrollo de competencias, por parte de los bachilleres, tales como las que establecen que se conoce y se valora a sí mismo, es sensible al arte y elige y practica estilos de vida saludables. Las autoridades internacionales, si bien atienden aspectos como los ejemplos anteriores de algunas de las competencias del MCC del SNB, se muestran preocupadas por atender y resolver la necesidad de la formación de competencias relacionadas con el uso y manejo de las TIC, dado el reconocimiento que hacen de la gran influencia que estas tienen no solo en los jóvenes estudiantes sino en la sociedad en general, así como su importancia para el desarrollo económico. Lo anterior pone en evidencia la necesidad de promover el desarrollo de competencias relacionadas con el uso y manejo de las TIC en los alumnos del BGC, además de clarificar los instrumentos de evaluación de las mismas.
En lo que va del este siglo XXI se ha insistido en la necesidad del desarrollo de la competencia digital, así como en la alfabetización mediática e informacional. Autores como Monereo y Pozo (2007), Gutiérrez (2007), Jenkins (2009), Livingstone (2011), Gutiérrez y Tyner (2012), Severín (2014) y Area (2015), coinciden en la necesidad de que los jóvenes desarrollen tanto la competencia digital como la alfabetización mediática e informacional, ya que ello les permitirá una preparación plena para su participación en la sociedad. Habilidades de investigación, de análisis crítico, de búsqueda, de síntesis y de aplicación de la información, así como habilidades sociales, culturales, destrezas técnicas, todas ellas les permitirán una participación plena en la sociedad.
Para Gutiérrez (2007), la alfabetización digital implica el uso y manejo de dispositivos para el procesamiento, creación, gestión, transmisión, presentación y comprensión de la información, así como valorar las implicaciones sociales y culturales de las tecnologías de la información y la comunicación. Es decir, ya sea a través de la competencia digital, la alfabetización mediática o alfabetización informacional, se coincide en la necesidad de que las instituciones educativas generen las condiciones para que los estudiantes logren su desarrollo, ya que dichas habilidades resultan indispensables para que estos puedan afrontar las demandas de la sociedad actual.
Por su parte, para Gutiérrez y Tyler (2012) es necesario clarificar y ampliar el término de alfabetización digital o alfabetización mediática; quienes a modo de crítica señalan que la UNESCO, en su momento, centró esta con cinco competencias básicas: comprensión, pensamiento crítico, creatividad, consciencia intercultural y ciudadanía, competencias que los autores consideran estarían más relacionadas con la competencia social y ciudadana o con la competencia cultural y artística, más que con la competencia digital o el tratamiento de la información. Lo que sin lugar a dudas quedó corto respecto de lo que implica la alfabetización digital, ya que las necesidades formativas de los jóvenes implican la multiculturalidad, la digitalización de la información y la importancia de las redes sociales como parte de su vida diaria, su cultura, la cibercultura.
Los autores consideran que la alfabetización (entendida como un proceso) para el siglo XXI debe ser necesariamente mediática, dada la importancia de los medios de comunicación; debe ser digital, ya que la mayoría de la información está digitalizada; debe ser multimodal, por la convergencia de texto, sonido, imagen, video, animación; además, dicha alfabetización deberá ser crítica, para un uso responsable de los medios; funcional, lo que implica que las personas puedan realizar todas las actividades para el funcionamiento eficaz de su grupo y comunidad.
Por otro lado, Piscitelli planteó cómo el internet se convirtió en un medio donde se consulta información que es ajena; se puede acceder a la producción de contenidos producidos por otros; es un docuverso o universo documental, una cantidad infinita de datos que pertenecen a terceros. Pero al desarrollar los estudiantes de bachillerato la competencia digital, implica que ahora sean ellos quienes, además de consultar la información, sean capaces de crear conocimiento con ella, que de ser consumidores sean prosumidores, lo que implicaría que dominen las cinco dimensiones de la competencia digital: instrumental, cognitiva-intelectual, expresiva-comunicacional, axiológica y emocional (Area, 2016).
Dado que las tecnologías no son solo instrumentos que se han añadido a la vida de las personas, sino que además han terminado por ser la prótesis necesaria e indispensable para convivir y relacionarse con los demás, para trabajar, para adquirir bienes y servicios, para realizar gestiones y trámites administrativos, o bien para el ocio, la recreación y la interacción social, la formación de la competencia digital resulta ser algo más complejo que el solo hecho de aprender el manejo instrumental de las herramientas tecnológicas (Area, Borrás y San Nicolás, 2015).
En ese sentido, para Gutiérrez y Tyler (2012) es importante que la escuela tome en cuenta la alfabetización informal respecto del uso de las TIC que los alumnos ya poseen y que adquirieron fuera de la escuela, así como reconocer el potencial educativo que ellas tienen en su vida fuera del ámbito educativo formal, ya que ello les permitirá brindar una educación pertinente con la realidad que los estudiantes viven, así como darle sentido a los conocimientos previos que poseen.
Por su parte, para Braslavsky (2006) se parte del supuesto de que la escuela tiene como función básica alfabetizar, entendido esto como preparación y formación para la vida en la sociedad digital, donde dicha alfabetización sea crítica, dignificante y liberadora. Para ello, se debe dejar de lado una alfabetización meramente instrumental y tecnológica para crear consumidores y usuarios de tecnología, y se debe aspirar a conseguir una verdadera alfabetización digital y mediática que implique un equilibrio entre la formación racional, práctica y emocional; una alfabetización con pertinencia personal y social; que todos los estudiantes aprendan lo que necesitan aprender en el momento oportuno de su vida y sociedad, además de que la educación que se ofrezca en la escuela sea pertinente, eficaz y eficiente.
Es decir, la competencia digital, la alfabetización mediática o la alfabetización informacional se presentan como elementos fundamentales a ser atendidos por las instituciones educativas dadas las condiciones y el desarrollo que se tienen como parte de la sociedad actual, como parte de la cibercultura generada a partir del auge de las tecnologías de la información y la comunicación; exigencias de formación para atender las necesidades educativas. Es por ello que la presente propuesta busca evidenciar la necesidad de una formación en competencia digital o alfabetización mediática, así como el diseño de instrumentos capaces de medir su desarrollo en estudiantes del BGC.
“La competencia no es poseer un conocimiento o saber almacenado en la mente, sino utilizar y aplicar ese conocimiento” (Area, 2015). La competencia digital definida en el Marco Común de Competencia Digital Docente identifica cinco áreas respecto del uso y manejo de las TIC: la información, la comunicación, la expresión, la resolución de problemas utilizando la tecnológica, así como el área de la seguridad.
Para el manejo o desarrollo de las cinco áreas clave respecto de lo que implica la competencia digital, el autor plantea que si el alumno ha desarrollado la competencia digital, entonces es capaz de dominar la dimensión instrumental, que se refiere al manejo no solo técnico de la tecnología, sino que además sepa manejar los programas de esta. La dimensión cognitivo-intelectual tiene que ver con la búsqueda y el procesamiento de la información, otorgarle significado y transformarla en conocimiento. La dimensión expresiva-comunicacional implica la creación y comunicación de contenidos digitales. La dimensión axiológica se refiere a la configuración de valores relativos al comportamiento responsable, democrático y respetuoso con las demás personas. La dimensión emocional tiene que ver con el aprendizaje respecto al manejo de los sentimientos, controlar las emociones negativas y evitar las obsesiones hacia la propia tecnología.
Respecto del desarrollo de competencias, sobre todo a la evaluación de estas en el BGC de la Universidad de Guadalajara, las investigaciones analizadas van más encaminadas a explicar la forma en la que se han incorporado estas tecnologías de la información y la comunicación a los programas educativos, como ejemplo de ello se presenta la investigación realizada por Jiménez (2013), quien habla de que la propuesta de incorporación de las TIC en el BGC han implicado diferentes orientaciones y concepciones de los procesos de enseñanza-aprendizaje, así como nuevas propuestas de gestión organizacional con lo que se pretende diversificar las oportunidades para el logro del perfil de egreso, mismo que se busca sea integral y pertinente con lo demandado por la sociedad actual.
El autor realiza su investigación con alumnos de tercero y cuarto semestre de BGC, mismos que ya habían cursado las unidades de aprendizaje de Tecnologías de la Información I y II, lo que, de acuerdo con lo revisado en el dictamen de creación del BGC, donde señala que los estudiantes al cursar dichas unidades de aprendizaje desarrollan las competencias específicas relacionadas con el uso y manejo de las TIC. El investigador infiere que, por el hecho de haber cursado las unidades de aprendizaje, los alumnos desarrollaron las competencias; asume que la institución les otorga a los estudiantes los conocimientos y habilidades sobre el manejo adecuado y aplicación pertinente de las TIC.
Por otro lado, para Área (2015), respecto de la evaluación de la competencia digital, y relacionándolo con las cinco dimensiones que implica el haber desarrollado dicha competencia, la evaluación que se le realice el alumno tendrían que responder las siguientes preguntas: ¿En qué medida el alumno es capaz de comunicarse y colaborar a través de entornos o redes en línea? ¿En qué medida el estudiante es capaz de comunicarse y colaborar a través de entornos o redes? ¿En qué medida el estudiante es capaz de crear contenidos con distintas herramientas y publicarlas en línea? ¿En qué medida el estudiante es consciente y sabe protegerse de la red? ¿En qué medida el estudiante sabe emplear las TIC para resolver problemas de la vida cotidiana? La evaluación puede darse o complementarse tanto con la evaluación estandarizada y la evaluación personalizada adaptada a los estudiantes y al propio contexto, la cual es continua de parte del profesor, además de que el propio estudiante realice la autoevaluación de su propio proceso, así como una evaluación entre pares, es decir, entre los propios compañeros, una coevaluación.
El planteamiento del autor va más allá, con su propuesta de evaluación de la competencia digital al plantear preguntas concretas que el docente puede hacerse y responder al momento de realizarla. En la tabla que se encuentra en el anexo del presente documento se pueden observar los indicadores concretos, que una vez identificados en los estudiantes, pueden evidenciar el nivel del logro de la competencia digital.
En los estudios del BGC, el compromiso por la alfabetización digital es una expectativa inconclusa, dado que si el joven estudiante “maneja las tecnologías de la información y la comunicación para obtener información y expresar ideas”, entonces desarrolla competencias que implica el uso y manejo de dispositivos para el procesamiento, creación, gestión, transmisión, presentación y comprensión de la información, así como el valorar las implicaciones sociales y culturales de las tecnologías de la información y la comunicación (perfil de egreso).
Se comparte con académicos e intelectuales de la talla de Monereo y Pozo (2007), Gutiérrez (2007), Jenkins (2009), Livingstone (2011), Gutiérrez y Tyner (2012), Severín (2014) y Area (2015) en la coincidencia de la necesidad de que los jóvenes desarrollen tanto la competencia digital como la alfabetización mediática e informacional.
El desarrollo de la competencia digital es reconocida como elemento instrumental para el pensar crítico y reflexivo, donde el sujeto en formación “utiliza las tecnologías de la información y comunicación para procesar e interpretar información”, situación que implica que se es capaz de utilizar los recursos tecnológicos disponibles para resolver problemas reales de un modo eficiente, evaluar y seleccionar fuentes de información e innovaciones tecnológicas en función de su utilidad, ya que ello les permitirá una preparación plena para su participación en la sociedad.
Por lo tanto, la alfabetización implica el dominio de cinco dimensiones de la competencia digital; instrumental, cognitiva-intelectual, expresiva-comunicacional, axiológica y emocional. La alfabetización (entendida como un proceso) debe ser necesariamente mediática, dada la importancia de los medios de comunicación, pero también debe ser digital, ya que la mayoría de la información está digitalizada; debe ser multimodal por la convergencia de texto, sonido, imagen, vídeo-animación.
La alfabetización deberá ser crítica, para un uso responsable de los medios, y debe ser funcional, lo que implica que las personas puedan realizar todas las actividades para el funcionamiento eficaz de su grupo y comunidad. La escuela tiene como función básica alfabetizar, entendido esto como preparación y formación para la vida en la sociedad digital, donde dicha alfabetización sea crítica, dignificante y liberadora, creadora de una red de libre asociación, para lo cual se debe dejar de lado una alfabetización meramente instrumental y tecnológica para crear consumidores y usuarios de tecnología que implique un equilibrio entre la formación racional, práctica y emocional; una alfabetización con pertinencia personal y social; que todos los alumnos aprendan lo que necesitan aprender en el momento oportuno de su vida, que la educación que ofrezca la escuela sea pertinente, eficaz y eficiente.
La evaluación del desarrollo de competencias es una tarea por construir, no solo dar cuenta del proceso de incorporación como lo señalan algunas investigaciones, sino crear un sistema de indicadores y reglas compartidas para que profesores y alumnos respondan ciertos cuestionamientos o realicen ciertas rutinas donde se dé consistencia al proceso-producto del desarrollo de competencias mediática y digital.
Area, M., Borrás, J. y San Nicolás, B. (2015). “Educar a la generación de los millennials como ciudadanos cultos del ciberespacio. Apuntes para la alfabetización digital”. Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías (EDULLAB). Universidad de la Laguna. En Revista de Estudios de Juventud, número 109. Recuperado de http://www.injuve.es/sites/default/files/cap1_109.pdf.
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Jenkins, H. (2009). Confronting the Challenges of Participatory Culture. Massachusetts: MIT Press.
Jiménez, E. (2013). Estudio sobre el nivel de dominio y aplicación de las competencias TIC en el nivel medio superior. Tesis para obtener el grado de maestro en Tecnologías para el Aprendizaje. Universidad de Guadalajara.
Livingston, S. (2011). “Concepciones convergentes sobre alfabetización. Perspectiva democrática y crítica”. En Infoamérica: Iberoamerican Communication Review. Número 5, pp. 25-37. Recueprado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4278810.
Monereo, C. y Pozo, J. (2007). “Competencias para (con)vivir en el siglo XXI”. En Cuadernos de pedagogía. Número 370. Madrid. Recuperado de http://didac.unizar.es/jlbernal/Asignaturas_sin_docencia/pdf/20_compconvivir.pdf.
Muñoz, G. (2011). “De las culturas juveniles a las ciberculturas del siglo XXI”. En Educación y Ciudad, número 18, pp. 19-32. Revista del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico. Bogotá, Colombia. Recuperado de http://revistas.javerianacali.edu.co/index.php/teologiaysociedad/article/view/368/565.
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Severin, E. (2014). “Tecnologías de la información y la comunicación para el aprendizaje”. En Apuntes. Educación y Desarrollo Post-2015. Oficina de Santiago. UNESCO. Recuperado de http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/apuntes3-2014.pdf.
Evaluación de la competencia digital
Área a evaluar | Indicadores a evaluar |
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Información ¿En qué medida el alumno sabe buscar y gestionar información adecuada a ciertos propósitos? |
|
Comunicación ¿En qué medida el alumno es capaz de crear contenidos con distintas herramientas y publicarlos en línea? |
|
Creación de contenidos ¿En qué medida el alumno es capaz de crear contenidos con distintas herramientas y publicarlas en línea? |
|
Seguridad en la red ¿En qué medida el alumno es consciente y sabe protegerse de los peligros de la red? |
|
Resolución de problemas ¿En qué medida el alumno sabe emplear las TIC para resolver problemas de la vida cotidiana? |
|
Fuente: Creación propia, con información de Area (2015).
Tierra Editorial España
Julio Alberto Valtierra
María Izquierdo
ERRE | Taylor
Érick Castillo
Toni Catany
Andrés Guzmán Díaz
Luis Octavio Vázquez
Tere Acosta
Patricia Bañuelos