Si tratamos de especular acerca del futuro de las disciplinas
de las ciencias sociales considerando su evolución en los dos
últimos siglos, podríamos concluir que hemos llegado a una era
post-disciplinaria en la que las ciencias sociales y las
ciencias naturales deberán integrarse.
Abstrac. Los problemas globales relativos a los cambios ambientales, el uso y consumo de satisfactores ligados a los recursos energéticos, las crisis sociales, políticas y económicas que van desde la pobreza hasta la desigualdad pasando por la inseguridad, la inconformidad social, el manejo de fuentes alternas de energía, son parte del reto a enfrentar por las ciencias sociales, las humanidades y las artes.
Palabras clave: Retos globales, ciencias sociales, humanidades.
Las humanidades y las ciencias sociales enfrentan retos propios de su conformación conceptual y los derivados de su inserción en la vida cotidiana de una determinada sociedad. En lo relativo a su conformación conceptual, no se presentan grandes cambios; la sociología, la filosofía, la historia, el derecho, la economía, el teatro, la fotografía, la danza, la pintura, la escultura, representan campos inagotables de producción teórica, donde lo que parece cambiar es el debate respecto a la producción de referentes teóricos, sus marcos analíticos, su orientación metodológica y la intencionalidad o fin ideológico al que responden como parte de las ideologías existentes en una sociedad diversa cultural y económicamente.
El reto de las humanidades, del arte y las ciencias sociales en la inserción en la vida cotidiana se encuentra ligada a la idea de racionalización de la esperanza por un mundo mejor, de las utopías y políticas públicas en materia de educación y formación científica; el reto de las ciencias humanistas ante el problema complejo que se establece de la relación de la ciencia al servicio de la industria, de la producción y el desarrollo de indicadores de bienestar, pero sobre todo del grado de conciencia y compromiso con amplios sectores desposeídos de la riqueza que genera la propiedad y el desarrollo social.
En el ámbito académico, el debate se puede explicar en la doble vertiente como producción de conocimiento u orientación a un propósito formativo que es explícito en los rasgos del perfil de egreso de un estudiante y, por otro lado, como exigencia de una política educativa como marco de referencia para evaluar el papel o desempeño de una disciplina con el propósito de fomentar la vinculación con la sociedad o de la necesidad de formar recursos humanos en el marco de un modelo de crecimiento y desarrollo económico.
En el marco de la sociedad del conocimiento, según lo dispuesto por la UNESCO, a las ciencias humanísticas les corresponde cumplir una visión instrumental, propiciar las herramientas y las técnicas de clasificación, descripción y análisis que nos permita nombrar y explicar los acontecimientos sobrevenidos a las sociedades humanas; los retos globales como el cambio ambiental, la extrema desigualdad, la violencia de género, la pobreza y la crisis financiera, implican un reclamo a las ciencias sociales y humanas para afrontar el conflicto de la brecha generacional, del envejecimiento, de la seguridad social, del empleo digno, de la calidad de vida, del consumo, del cambio energético y de la conformación de las ciudades como espacios estratégicos de la vida económica y de la construcción de bienestar.
El año de 1989, se presumía, sería el principio del fin de las utopías encarnadas en el régimen autoritario de democracia pseudoperfecta; la antigua Unión Soviética confeccionaba desde el poder la sociedad ideal; el reto de las ciencias sociales y las humanidades sería administrar la caída del llamado socialismo real; el arte de las humanidades en pro de explicar y hacer posible el bienestar y la moralidad del capitalismo como centro para la innovación y el desarrollo de todo plan de negocios que implique la racionalidad del crecimiento y los indicadores de bienestar; la opción capitalista para el resto del mundo, para los subdesarrollados, implica abrazar, ser uno en la promoción del capitalismo como única opción de futuro.
La formación y la producción científica, libre de ideologías, implica una estrecha delimitación de las áreas sociales y humanidades, el arribo de la expresión del arte por el arte y con ello el recuento positivista de las áreas de la filosofía con una visión reducida a la lógica simbólica, la semántica y la reflexión existencial para el control del agotador estilo de vida capitalista.
En México se adopta el esquema de que la ciencia y la tecnología nos salvarán de problemas del rezago económico y en consecuencia se privilegian las ciencias exactas; no existe un organismo público o privado que mida el grado de producción e impacto que las humanidades tienen en la vida nacional, se privilegia el número de investigaciones o innovaciones en campos específicos de la producción y el comercio; se percibe el campo del arte y de la literatura como bienes sociales, que incluso son indeseables cuando se trata de denunciar las condiciones de vida, de pobreza de un país, cuando el indicador es ver la televisión, más que la lectura; donde el consumo de la cultura según Ticketmaster se agota en la música, el teatro o la literatura, en tanto que la calle como espacio cultural y recreativo es calificado como contracultura.
En el marco de la reforma educativa del nivel medio superior, las humanidades y con ello la filosofía moral es, en el mejor de los casos, la referencia para una formación transversal como visión cultural de la reflexión cívica; la historia se concibe como ciencia social no humanista, pues no se percibe la literatura como parte de la comunicación que junto con la computación y el inglés favorecen la expresión. El reto de la comunidad académica es de reencuentro con el área social, con las humanidades y la producción cultural.
El reto de la modernización de los servicios educativos impulsada por los gobiernos del cambio (2000-2012) implicaba un posicionamiento en las formas de dar agilidad a la vida académica con rostro humano, atento a la demanda del mercado mundial de los servicios de educación. La reforma educativa no es negociable, para acceder al mundo de oportunidades del capitalismo se mejoran los servicios educativos, en parte solo en el discurso, se habla mucho, se hace poco para generar en cada escuela un académico para una calidad incluyente y socialmente comprometida. La tarea de la educación en el nivel medio superior consiste en afrontar el reto de formar al joven bachiller para la solución de problemas de identidad, conformación ciudadana, de arraigo regional, local y mundial, de apropiación estética y representación simbólica de la realidad, en el contexto de una sociedad, para afrontar la crisis financiera, la calidad de vida, el bienestar, la seguridad y trabajar en las implicaciones éticas del empoderamiento individual y la participación ciudadana.
Las estructuras académicas, atentas al cambio y al llamado de mejora impulsado por el gobierno federal, dan un giro a la reforma del bachillerato y asumen el discurso de la pertinencia, la cobertura y la calidad; por esta razón, para los académicos del nivel medio superior a partir del Bachillerato General por Competencias, da inicio el debate del campo disciplinar de equivalencias que le tocará impartir. El problema que se presenta no solo implica la configuración de las nuevas unidades de aprendizaje, sino las orientaciones formativas que dichas unidades representan en este contexto de formación con enfoque por competencias y por consiguiente la evaluación de los procesos y productos de aprendizaje.
En general, las unidades de aprendizaje del bloque de las ciencias sociales y humanidades, busca formar a un individuo inserto en un entorno local para desempeñar procesos de pensamiento globales; el reconocimiento al estado de derecho como práctica ciudadana que privilegia el orden, la paz, la individualidad y la seguridad; el reto es elevar los indicadores de productividad en el marco de la promoción y defensa de nuestros recursos naturales, de mantener una percepción de la realidad donde se rescate la idea de la belleza de la vida, se eleve con fuerza la pertenencia e idiosincrasia cultural, la dignidad, pero sobre todo, se forme al sujeto de mediados del siglo XXI en el carácter solidario, en el reconocimiento y respeto a las diferencias políticas, convicciones religiosas, preferencias sexuales y pertenencias y hábitos culturales que lo determinan en un esquema plural.
El profesor de bachillerato, en tanto estudioso de las ciencias sociales, está cada vez más convencido de que es necesario prestar más atención a la pluralidad de contextos y de que las dimensiones culturales son fundamentales para articular esos contextos; las explicaciones teóricas que son resultado de las disciplinas exigen una visión del mundo más integrado; las creencias, las instituciones y la historia, conforman el modo en que las distintas personas perciben un fenómeno y reaccionan a él, esto puede parecer una exigencia epistemológica afín al enfoque complejo, pero los actuales desafíos mundiales hacen ver, con más claridad que nunca, la relación existente entre contenidos y estrategias de aprendizaje significativo. Las humanidades y las ciencias sociales comparten referentes teórico-epistemológicos con el propósito de dotar a los jóvenes estudiantes de bachillerato de las capacidades y herramientas necesarias para expandir sus posibilidades de desarrollo y progreso, el logro de niveles de satisfacción y bienestar, así como el logro de un estado de derecho, de legalidad, justicia, equidad, solidaridad y compromiso.
En el enfoque por competencias, los territorios disciplinarios son cuestionados; las tendencias sociales mundiales hacen que se cuestionen los límites tradicionales de las disciplinas; el reto es la integración entre las ciencias sociales y las naturales. El docente, en este sentido, debe procurar un acercamiento al conocimiento, no en función de los contenidos como tradicionalmente eran usados, sino aproximándose a una nueva forma de organización del conocimiento en función de problemas, casos o proyectos a desarrollar como experiencias de aprendizaje, mismas que son determinadas o reguladas por el entorno.
El reto es la reconfiguración de los límites entre las distintas disciplinas. Resulta inconcebible que el docente de la unidad de aprendizaje Identidad y filosofía de vida no recupere los saberes previos y las exigencias formativas determinadas en el perfil de egreso; la apuesta es la configuración de la red semántica de las relaciones entre las disciplinas implicadas desde el enfoque de la complejidad; para esto, se hace necesario intensificar la interdisciplinariedad, la multidisciplinariedad y la transdisciplinariedad; esta delimitación se encuentra estrechamente relacionada con el trabajo de academia y los acuerdos globales.
El reconocimiento del entorno local es fundamental para una docencia de calidad, no es posible hablar de pertinencia de los servicios educativos cuando se trabaja con guías que uniforman los productos de aprendizaje y donde ciertas actividades solo son realizadas en la zona metropolitana de nuestro estado; el personal docente de las humanidades, las artes y las ciencias sociales, está conformado por especialistas en el entorno de la escuela preparatoria; la investigación global corre el peligro de no ser pertinente para muchas características específicas locales como consecuencia de la aplicación de un marco de análisis irrelevante, la comprensión errónea de la situación local o la omisión de importantes aspectos locales; pero los estudios locales están limitados a menudo por un estrecho empirismo.
La idea de educación en valores como impacto regulador visible de las artes, las sociales y las humanidades. México y el mundo viven una profunda crisis humana y de valores, resultado de la ausencia de reflexión sobre quiénes somos y a dónde vamos como seres humanos, del lugar que ocupamos en el cosmos y de la necesidad de realización; la violencia a pesar del enorme esfuerzo por promover la paz, implica no saber convivir, respetar al otro o reconocer el estado de derecho y del equilibrio que debe sobreexistir en el marco de las relaciones sociales y de producción.
Es necesario reconocer que en toda acción u omisión se encuentra inmersa una valoración o valor, implica reconocer el carácter formativo que imprime costumbre o modo de ser de una persona o grupo social; desde esta perspectiva, resulta inevitable que los estudiantes no desarrollen competencias orientadas a la formación de ciudadanos reflexivos, participativos y conscientes de sus límites y posibilidades; el desarrollo de estas competencias implica el uso crítico de las teorías y el reconocimiento de la acción responsable desde los ángulos legal y ético-moral.
Comprender cómo los valores, actitudes, creencias y visiones de futuro influyen en las estructuras y procesos de enseñanza-aprendizaje. Las ciencias sociales y las humanidades pugnan por una economía verde, un cambio en nuestros paradigmas de consumo y realización, también en un cambio tecnológico prometedor para el impulso de las redes sociales para documentar las innovaciones y el uso de la sociometría para gamificar e interpretar los cambios en las prácticas y compromisos personales y sociales.
Las unidades de aprendizaje correspondientes a las humanidades, artes y ciencias sociales, buscan que los jóvenes estudiantes desarrollen competencias orientadas a la formación de ciudadanos reflexivos y participativos, conscientes de su ubicación social, geográfica y temporal; atenta a la resolución de problemas, estudio de casos o desarrollo de proyectos de intervención, desde una perspectiva plural y democrática para que con ello puedan conocer, usar indicadores y herramientas potenciadoras de la información, aprendizaje, empoderamiento y responsabilidad.
La conformación conceptual de las ciencias sociales enfrenta el reto del acercamiento teórico metodológico de la complejidad y de la necesaria incursión en la formación multidisciplinaria y transdisciplinaria para el diseño de estrategias y recursos didácticos de enseñanza-aprendizaje; las humanidades y las ciencias sociales aportan conocimientos indispensables sobre las causas y consecuencias del cambio ambiental y global, así como sobre las soluciones más eficaces, equitativas y duraderas para afrontar los desafíos planteados a la sostenibilidad requerida por el entorno global actual.
La formación y el desarrollo de competencias implica un balance crítico respecto de cómo las unidades de aprendizaje comprendidas en el campo de las humanidades y las ciencias sociales contribuye en la solución de problemas que afectan la vida cotidiana y los modos de vivir; en la búsqueda apremiante de estas soluciones las ciencias sociales son indispensables para comprender las causas y las consecuencias de estos cambios, así como para elaborar con conocimiento de causas y soluciones más eficaces, equitativas y perdurables que permitan superar los problemas actuales y abrir paso a un futuro sostenible.
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